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Lo más lejos a tu lado. DÍA MUNDIAL DE LOS CUIDADOS PALIATIVOS

“Tú me importas por ser tú, importas hasta el último momento de tu vida y haremos todo lo que esté a nuestro alcance no solo para ayudarte a morir en paz, sino también a vivir hasta el día en que mueras”

Cicely Saunders (1918-2005)

“Tengo miedo…” decía Enrique entre susurros.
El día anterior le habían dicho que iba a ingresar en Guadarrama. Pero él no iba a hacer rehabilitación. Iba a ir a la Unidad de Cuidados Paliativos y tenía miedo.
Pensaba que ya no había nada que hacer.
Su mujer, quizá más preocupada y asustada que él, se acercó y le dio uno de esos rescates que tenía pautado si no podía dormir o tenía alucinaciones. Y entonces Enrique se durmió…
Soñó que llegaba al hospital. Su habitación, con una terraza muy grande, le recibió con un sol de justicia del mes de Julio. Sin embargo, él no tenía calor: sólo seguía asustado.
La sonrisa de Sole le acompañó tras presentarse como su auxiliar de enfermería y mientras le ayudaba a acomodarse en su sillón, cerca de la ventana, le preguntó cómo se encontraba, si tenía dolor o cualquier cosa que le pudiera causar alguna molestia.
Isabel estaba ahí, como siempre, como en casa, pendiente de todo lo que pasaba. Y expectante. Esto de los Paliativos no le daba buena espina… Se miraban entre ellos con esa complicidad de 15 años de casados. Enrique era muy joven… Isabel, su mujer, más joven que él. Los dos tenían miedo.
Mientras intercambiaban esas miradas cómplices de angustia mutua, de pronto empezaron a entrar más personas en la habitación. La enfermera y la doctora a dúo (como siempre) y finalmente transformadas en un trío junto con Sole. El equipo casi al completo. Siempre juntas, imposible avanzar la una sin las otras.
Después de hablar sobre los informes, los tratamientos, la toma de constantes, la exploración Enrique se relajó un poco (extrañado de las risas y de la conversación distendida a pesar de las circunstancias… de su circunstancia…) y se atrevió a expresar: “sé que me han desahuciado… ya no pueden hacer nada por mí. Y sé que he venido aquí a morirme”


En el sueño de Enrique, Isabel abrió unos ojos como platos… Nunca había hablado sobre su situación, sobre su enfermedad de aquella manera. Entonces la doctora también abrió los ojos debajo de sus gafas enormes casi al mismo diámetro de los de Isabel. Y comenzó a explicarle en que consistían los Cuidados Paliativos: después de una disertación de esas de médico raro que habla desde la verdad y la compasión (buscad la definición en el diccionario) concluyó: “Le aseguro que hay muchísimo que hacer”. Abrazó a Isabel solicitando antes su permiso.
Pasados unos días Enrique se dio cuenta que no le habían mentido. Efectivamente, había mucho que hacer: le ajustaron su tratamiento para el dolor, le controlaron el estreñimiento y trataron una infección de orina que era lo que le provocaba esas alucinaciones que tenía en casa. No sabe cómo, de pronto empezó a comer algo mejor y estaba más animado. Isabel le acompañaba a diario, aunque comenzó poco a poco a pasar ratos en casa con su hijo, que también la necesitaba quizá más que nunca. Pablo también disfrutaba con su padre de los paseos por el jardín. Primero en silla de ruedas. Y pasadas unas semanas, se propuso que Enrique pudiera bajar al gimnasio a hacer rehabilitación. Apareció en su vida otra meta más. Participaba además en las actividades que se hacían en ese hospital tan “raro” al que había ido.
Podía jugar al bingo, iba a misa (aunque había dejado de creer desde hacía un tiempo, de pronto recuperó una espiritualidad que tenía abandonada o que pensaba que le había abandonado a él), bajaba a la cafetería a tomar algo con sus amigos que le visitaban asiduamente…
Isabel confiaba en que estuviera con nosotras, aprendió cómo dar la medicación y compartía con nosotras sus dudas, nos pedía consejo y se sentía acompañada en este proceso que describía como lo más duro que había tenido que pasar. Lloraba, pero también se reía con nosotras. Sabía que no la íbamos a dejar sola. Sabía que para todo el equipo era tan importante como su marido.
Enrique soñó que llegó a recuperar una vida, su vida. Diferente por su diagnóstico, pero su vida al fin y al cabo. Soñó que volvía a su casa. Había ingresado en una Unidad de Paliativos, con un alto nivel de especialización y de cuidados que le permitió continuar unos meses más junto a su familia. En su casa, en su cama, con su tele… Y así fue.
Comprendió que un paciente subsidiario de cuidados paliativos no tiene por qué ser un paciente moribundo. Reafirmó durante su estancia que las personas no saben el beneficio que podemos aportar a muchísimos pacientes y a muchos otros que no tienen detectadas estas necesidades. Y sobre todo: ya ninguno tenía miedo.
Sin embargo, un día se dio cuenta que el final se acercaba. Es habitual que en nuestro día a día nunca pensemos en la muerte. Parece que “a nosotros no nos va a tocar”.

Sin embargo… ¿conocéis a alguien que no haya pasado o vaya a pasar por esa situación? Enrique lo sabía.

Y pidió volver a nuestra unidad de paliativos, a su segunda casa, decía. Esta vez la decisión de volver no fue un shock, sino todo lo contrario.

Ingresó tranquilo, agradecido de saber que íbamos a estar siempre con él. Y con Isabel. Y por supuesto, con Pablo.

Hablamos, tomamos decisiones juntos, resolvimos dudas y planeábamos determinadas cosas a muy corto plazo. Día a día, celebrábamos cada uno de ellos. Poco a poco fue llegando el momento. Hubo días mejores y peores, pero siempre juntos: “lo más lejos a tu lado, Enrique” le decía su doctora emulando a Fito y Fitipaldis.

Bienvenida y Fausto, sus padres, le abrazaron y le “dieron permiso para partir”. Y así lo hizo. Tranquilo, como él quiso. Acompañado de su familia, rota de dolor, pero con la generosidad de respetar sus deseos de no tener dolor y no sufrir. Respetar, acompañar… Ese es el mayor acto de amor que se puede describir.

Y nosotras lo vemos frecuentemente.
Enrique falleció coincidiendo con el día Mundial de los Cuidados Paliativos.

Desde la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Guadarrama, y seguro que también desde muchas otras unidades de cuidados paliativos de otros hospitales, queremos felicitar a nuestros pacientes. A los que siguen estando y a los que ya no están.

Felicidades a sus familiares. Gracias a todos por confiar en nosotros, por poner en nuestras manos el momento más especial, único y preciado de sus vidas.
Y debemos felicitar también a todos los profesionales que se dedican a esta especialidad (no reconocida vía MIR inexplicablemente), tan desconocida y poco valorada.

Quiero personalmente felicitar a mis compañeros. Son especiales. Son ángeles con alas, como nos llamaba Isabel. Son la expresión máxima de la profesionalidad, compromiso, sabiduría, empatía, compasión, amor… No tengo palabras para expresar la suerte que tengo de pertenecer a este equipo.

Recordad de vez en cuando que, en algún momento, todos sin excepción vamos a estar en ese precipicio. Ahí estaremos nosotros para acompañaros.
La cuestión no es cuándo, sino cómo afrontar ese tránsito. Con autonomía, tomando decisiones informadas y apoyadas por el equipo. Con respeto y dignidad. Con amor, humor y ciencia.

Feliz día de los Cuidados Paliativos.

Dra. Domínguez de Pablos.
Responsable de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Guadarrama.

Cuidemos al cuidador

Otro curso más que comienza este blog. Pero no voy a mentir que será un año raro. Ya lo fue el anterior, y este lo será más. Y es que el tiempo que uno puede dedicar a las redes, y más concretamente a este blog cada vez es más limitado. Lo que lleva a que el blog no pueda salir con la frecuencia que uno desearía. Pero aquí seguiremos, aunque sea una vez al mes. Y en el mes en que se celebra el dia mundial del Alzheimer, pues está claro que hablaré sobre “uno de mis temas preferidos”.

Y es que en el año del lema omisiones cero,  no sólo es importante el tema del diagnóstico precoz, que es la reivindicación fundamental del reciente día mundial del Alzheimer. Sino que añadiría que lo que no se puede omitir es apoyar a los que están ahí continuamente, los cuidadores: hijas e hijos, esposas y esposos, sin olvidar muchas veces a los sobrinos y a veces también vecinos. Esas personas que aunque no tienen directamente esta enfermedad, son los que muchas veces más la sufren.

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Como evitar la demencia

Hoy es el día internacional del Alzheimer, y qué mejor forma de celebrarlo que comentar el recién artículo del lancet donde se recogen las medidas para intentar prevenir la demencia, ya que no está tan claro la eficiencia de su tratamiento farmacológico.

Y es que hay que recordar, que aunque el número de mayores crece, la aparición de la demencia ha disminuido proporcionalmente en algunos países. Por lo tanto sí que existen cosas que podemos hacer para intentar evitar su aparición.

Porque uno de los objetivos de la geriatría es intentar prevenir, en especial prevenir la discapacidad,  y cuanto antes se empiece a hacer esto mejor. Y que mejor que intentar prevenir la discapacidad que intentar prevenir la aparición de una demencia. Y no hay que empezar cuando uno ya tiene 80 años. Hay llegamos no tarde, tardísimo. Sino que hay que empezar desde la niñez. Porque muchas de estas medidas cuanto antes comienzan a hacerse más eficaces son.

  • Intenta mantener la tensión arterial sistólica de 130 mm Hg o menos a partir de los 40 años. Es más, el tratamiento para la hipertensión es el único tratamiento farmacológico preventivo eficaz para la demencia.
  • Intenta reducir la pérdida de audición, y si es necesario fomenta el uso de audífonos. Aunque no lo creas este es uno de los factores con mayor potencial para evitar desarrollar demencia.
Cuidando tu oído cuidas tu cerebro
  • Evita el tabaco, o intenta dejarlo lo antes posible. Dejar el tabaco de mayor es de lo poco que reduce el riesgo de demencia incluso en la edad adulta.
  • Reduce la obesidad, es uno de los factores cardiovasculares más importantes, y por tanto uno de las medidas para evitar la demencia.
  • Evita la inactividad física, no cuando ya eres muy mayor, sino lo antes posible.
  • Cuidado con la depresión. Está asociada con la demencia, es más a veces se confunde con ella sobretodo en sus inicios.
  • Evita la soledad. El contacto social es un factor protector de la demencia bien conocido, que favorece muchos comportamientos beneficiosos,  como es la actividad física, y lo que esta conlleva.
  • Evite los traumatismos en la cabeza.
  • Haz lo necesario para controlar tu diabetes lo mejor posible
  • Reduce la exposición a la contaminación atmosférica, sin olvidarte también del humo de tabaco.
  • Limite el consumo de alcohol, evitando el consumo de más de 21 unidades a la semana. Para hacerte una idea una copa de vino o una cerveza es una unidad.

También se ha visto que hay otras medidas que protegen de desarrollar demencia, como favorecer el sueño, que también mejora la salud en general.

Pero algunas medidas no sólo tienen que ser individuales, sino que tienen un importante componente político, social, o de políticas sanitarias.

  • Favorecer la formación lo máximo posible, intentando llegar al menos a la educación secundaria.
  • Implementar políticas de salud pública, no sólo para evitar la hipertensión, sino también la obesidad, el tabaquismo y el alcoholismo.
  • Implementación de medidas de fomentarla actividad social y las relaciones sociales.
  • Reducir la exposición al ruido excesivo (por ejemplo usando cascos para los oídos), especialmente a partir de la edad media.
  • Valoración no sólo de la diabetes, sino también de sus probables complicaciones.
  • Reducir el riesgo de traumatismos craneales en los trabajos (cascos de obreros) y en el trasporte (cinturón de seguridad…)
  • Desarrollo de políticas a nivel no sólo nacional, sino internacional, para reducir la contaminación aérea.

Es decir trabajar en los nueve puntos protectores ya bien conocidos desde hace tiempo como son la hipertensión, la obesidad, la diabetes, el tabaco, la inactividad física, la pérdida de audición, la soledad, la depresión y la baja educación; a los que en esta revisión se han añadido los tres siguientes: evitar el alcohol, los traumatismos craneales y la polución; son las medidas más importantes  “a trabajar” para evitar llegar a tener una demencia.

Pero a veces uno no llega a prevenirla, por lo que este artículo también da algunas recomendaciones para la atención tras el diagnóstico.

  • La atención debe incluir la salud física. La mayoría de las personas con demencia padecen otras enfermedades y podría tener dificultades para cuidar su salud y esto podría resultar en hospitalizaciones potencialmente prevenibles.
  • También la salud mental. Trata de manejar los síntomas neuropsiquiátricos que tanto afectan no sólo a las personas, sino también a los cuidadores.
  • Sin olvidar la parte social. Cuida al cuidador. Las intervenciones específicas para los cuidadores/familiares tienen efectos sobre los síntomas de depresión y ansiedad. No sólo aumentan la calidad de vida sino que también son rentables y pueden ahorrar dinero.

Pero como decía al principio es mejor prevenir este síndrome que las consecuencias de él. Así que lo “tienes fácil” aquí te recuerdo los puntos que “tienes que trabajar” de forma más sencilla.

Livingston G, Huntley J, Sommerlad A, et al. Dementia prevention, intervention, and care: 2020 report of the Lancet Commission. Lancet. 2020;396(10248):413-446. doi:10.1016/S0140-6736(20)30367-6

Las alteraciones de conducta en demencia pueden tratarse

Lo bueno de trabajar en un hospital con residentes es tener la suerte de tener que repasar a menudo los mismos temas. Esto ayuda a convertirse en un experto en “su tema”. Pero más a menudo de lo que uno se puede creer, viene alguien que «te abre los ojos”. Te hace ver las cosas que estás acostumbrado a ver de una manera distinta. Y no es necesario ir a una megacharla de un megaexperto traído de allende los mares. A veces “una simple residente de familia”, como la gran dra de Oca, lo consigue con algo tan sencillo como una pizarra y un rotulador.

No hay nada mejor para estudiar un tema que una pizarra vacía, o casi

Y es que por más como geriatra con consultas de demencia, uno está acostumbrado a tratar las alteraciones de conducta. Y esto es porque más del 90% de las personas que sufren demencia van a presentar alguna de las alteraciones de conducta que se asocian a la demencia. Algunas de estas conductas como el insomnio, la agitación, la agresividad cuando son graves obligan a tratar con fármacos o incluso favorecen no sólo la institucionalización, sino una muerte precoz. Tratar con fármacos es algo que se intenta evitar, ya que se sabe que los tratamientos que se usan pueden aumentar la mortalidad, da igual el tipo de fármaco que se use.

Pero antes de todo lo primero que hay que hacer para poder tratar la conducta “patológica” es comprender lo que es la demencia1, y de ahí la importancia de la educación, tanto al cuidador en casa, como al cuidador profesional. Es muy importante enseñar que el comportamiento y los síntomas psicológicos no son «malos comportamientos» por parte de la persona. Estos comportamientos forman parte de la enfermedad. Se deben a cambios que se producen a nivel cerebral, incluso a nivel bioquímico. Pero algunos de ellos también se pueden producir por factores sociales o ambientales desencadenantes, como es el cambio de casa o la aparición de un nuevo cuidador.

También es muy importante enseñar a “tratar” estas conductas. Y para ello como siempre, empezamos con los tratamientos no farmacológicos. Estos tratamientos suelen ser muy genéricos, siendo alguno de ellos 2,3 los siguientes:

  • Ocupa el tiempo. Si la persona hace cosas no sólo el tiempo pasa más rápido, sino que se mantiene activa, con todo lo que conlleva.
  • Crea rutinas, y si una es la de hacer ejercicio, aún mejor. El ejercicio es una de los mejores actividades que una persona puede realizar.
  • Las conductas pueden ser modificadas por «técnicas» o medidas conductuales, que por muy simples que parezcan son muy útiles. Algunas de estas técnicas como la distracción, el redirigir la atención hacia otra cosa, el tranquilizar a la persona o la reorientación son de las medidas conductuales que pueden ser usadas en cualquier sitio, ya sea en la casa, en una residencia o en un hospital, y requieren poco más que el tiempo del cuidador o personal para poderlas hacer. Qué técnica usar depende de la conducta existente.
  • Un punto importante es observar cuál es el desencadenante de cada conducta. Si la conducta problemática solo ocurre en momentos del baño, de la comida, o en algún otro momento puntual y vemos por qué se produce sabremos más fácil como evitar que reaparezca.
  • Separa a la persona de aquello que parezca que le produzca molestias o inquietud. Incluso si eres tú mismo el que lo produce, sal de la habitación por algo de tiempo.
  • Mantén el contacto ocular y habla lentamente y con calma. Los chillidos sacan de quicio a todo el mundo.
  • Usar sujeciones como cinturones en la cama o en la silla se deben evitar, ya que pueden producir caídas, lesiones en la piel o favorecer la incontinencia.
  • Otro mecanismo que se suele usar es cerrar las puertas con llave. Esto es algo que aprendí de bien pequeño en casa. Era obligado hacerlo, no por miedo a que alguien entrara, sino para que mi abuela no se fuera. El riesgo es hacerlo cuando están solos, es un riesgo que es mejor no probar.

Algunos de estos tratamientos los podéis ver en unas magnificas infografías4 que la Fundación Matia ha realizado a propósito del confinamiento de la covid.

Sencillas, pero muy útiles estas infografias de @MatiaFundazioa

Pero a veces la alteración de conducta es tan grave que es imposible no usar medicamentos. Quién puede no tener que tratar con fármacos cuando tu pareja está agresiva y ves peligrar incluso tu propia persona. Algunas recomendaciones muy claras, pero sobretodo útiles al usar los fármacos2 son:

• Antes de iniciar un fármaco busca si hay un desencadenante de la conducta. A veces el dolor, una infección, una sobreestimulación o un cambio en el ambiente/cuidador (incluso un corte de pelo que cambie mucho la forma de la cara) pueden producirlo.

• Escoge el fármaco según el síntoma que esté presente. Es probable que las alucinaciones y los delirios respondan a los antipsicóticos. Para la agitación y la ansiedad, el uso de un ansiolítico es más apropiado, y el insomnio persistente podría indicar un papel a corto plazo para un hipnótico.

• El gran axioma de los fármacos en geriatría: “Start low, go slow”. Es decir empieza con un fármaco a baja dosis y haz los cambios de dosis muy despacio.

• Usa un medicamento sólo, a la dosis efectiva más baja. Si usas varios y aparece algún síntoma no deseado, ¿cuál es el fármaco responsable?.

• Revisa cada poco, y con frecuencia, la aparición de efectos adversos. Quizás es mejor hacer 5 llamadas en un mes de 5 minutos, que no una visita presencial de 30 minutos al mes, aunque la recomendación establecida es valorar el efecto cada 6 semanas1,5. El tiempo total es casi el mismo, pero la seguridad es mucho mayor. Y es que hay efectos no deseados que aparecen tempranamente, y otros como los efectos extrapiramidales, que a menudo surgen más tarde.

Otro gran punto, que por ser el último a tratar no es menos importante, es el apoyo social. No sólo el aceptar las ayudas sociales, que a veces tanto cuesta a la persona mayor, no sólo a aquella que sufre demencia, sino el conseguirlas. Este es uno de los grandes déficits de la gran ley de la dependencia. Y como se ha visto durante el confinamiento por la COVID el mantenerlas. Aún a día de hoy las personas con demencia y sus cuidadores sufren las consecuencias de esta pandemia. No sólo al verse disminuido los recursos sociales, con el aumento de alteraciones de conducta que hemos visto todos los que nos dedicamos total o parcialmente a este serio problema. Sino sobretodo en aquellas personas que viven en residencia, al sufrir un importante aislamiento social. Pero este es un tema que da para toda una entrada.

Muy interesante este comunicado de la SEGG sobre el aislamiento en las residencias

Pero no olvidemos que lo más importante de todo como siempre es una buena base, y no hay mejor base que una buena «formación «. Y para ello todo es válido, incluso usar una novela como «arrugas».

Bibliografía

1.          Alzheimer, Society. Optimising Treatment and Care for Behavioural and Psychological Symptoms of Dementia: A Best Practice Guide. Full Colour Version. https://www.alzheimers.org.uk/sites/default/files/2018-08/Optimising treatment and care – best practice guide.pdf?downloadID=609. Accessed August 29, 2020.

2.          Macfarlane S, O’Connor D. Managing behavioural and psychological symptoms in dementia. Aust Prescr. 2016;39(4):123-125. doi:10.18773/austprescr.2016.052

3.          Alzheimer, Society. Alzheimer’s Association Position Statement on Treatment of BPSD. https://www.alz.org/media/Documents/dementia-related-behaviors-statement.pdf. Published 2015. Accessed August 29, 2020.

4.          Documentación COVID-19 | Matia Fundazioa. https://www.matiafundazioa.eus/es/covid-19. Accessed August 29, 2020.

5.          Decision Aid for Dementia: Assessment, Management and Support for People Living with Dementia and Their Carers Decision Aid Antipsychotic Medicines for Treating Agitation, Aggression and Distress in People Living with Dementia.; 2018.

Recordando entradas para el podcast. «Cuidadores, los profesionales que curan dedican su tiempo»

Este año, como ya empezamos el año pasado traeremos algunas de las entradas con más éxito, o a las que tengo «más cariño» pero en un nuevo formato.

Entradas que gracias a una joven actriz, Cristina Martínez Reig, sentiréis más vivos, y espero más cercanos.

El año pasado comenzamos con uno muy especial para mi. Y hoy os traigo uno muy especial para una gran colaboradora, como es Gema, pero sobretodo amiga. 

Si no habéis leído esta entrada os pediría que dediquéis unos escasos 5 minutos, no os arrepentiréis. 

 
 
 

Por si acaso prefieres leerla en vez de escucharla, acá va de nuevo

Cuidadores, los profesionales que curan dedicando su tiempo

Doctor (de) residencia

Un familiar me puso un mote, me llamó «doctor residencia». Es un mote que creo me gané a pulso. Pero ahora que no sólo trabajo en un servicio hospitalario, sino también en una residencia, llevo mejor. Es más lo llevo con orgullo.

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¿Qué le pasa a mi madre?. Que tiene un síndrome confusional

«¿Qué le pasa a mi madre/padre?». Esta es la frase que más me hacen ahora. Y es que como médico que trabaja mano a mano con los traumas, la aparición de un síndrome confusional es una cosa que vivo casi todos los días.

Hace un tiempo os hablé de una película que me marcó por cómo se vivía el síndrome confusional, o en términos anglosajones delirium (a partir de ahora lo llamaré así porque es más corto), como es la película «mi padre»

 

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Una película de #GeriatriaCultural

 

Y es que la aparición de un delirium asociado a la enfermedad aguda es algo que se produce a menudo, se dice que casi en un 50% de los ingresos hospitalarios.

Lo que más me preocupa como sanitario, aparte de lo mal que se vive tanto por parte de la persona, como por la familia que no sabe qué está pasando, es que existe una relación bidireccional entre el síndrome confusional y la demencia. Uno como precipitador del otro. Pero es que además su aparición produce un aumento del uso de medicación hipnótica o de neurolépticos, de deterioro funcional, de tener que ingresar en una residencia, e incluso de morir.

 

 

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Este es el primer artículo médico que habla sobre delirium. Y es de ayer mismo (1796)

 

 

Así que aprovechando que este próximo 13 de Marzo es el día para recordar el delirium, hoy os quiero recordar su importancia.

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La espera que desespera

En este par de meses que van de curso escolar vuelvo a estar multitarea. Trabajando mano a mano con los traumas. Pero también, por otra parte, haciendo una tarea en el final de vida de unas cuantas personas. Y es en esta labor, es donde siempre se me acaba preguntando una serie de cosas, que por repetidas, quiero traerlas aquí.

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¿La nutrición es un tratamiento?

En lo que va de año he estado sustituyendo muy habitualmente a mi «compañera titular» de larga estancia. Y qué es una larga estancia, es una unidad hospitalaria donde las personas, ya sea por su complejidad clínica-psico-social, o por unos complejos cuidados de enfermería, tienen que estar ingresados durante mucho tiempo. Y por mucho tiempo, a veces digo años.

Y es que en esta unidad hay jóvenes que, generalmente, tras un accidente quedan en situación de lo que llamamos estado vegetativo persistente o en estado de mínima conciencia. Y es en esta situación en la que llevamos con alguna persona ingresada más de 25 años, sí lo digo bien MÁS DE VEINTICINCO AÑOS. Como comprenderéis forman parte de la familia.

Pues en esta situación es cuando nos ha surgido esta pregunta: ¿la nutrición es un tratamiento?

SONDA PEG

Esto es una gastrostomía o PEG

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¿Con quién viviremos cuando seamos mayores?

Para finalizar el curso, se suponía que os traeríamos al ganador del premio #Calamar17. Pero este año no ha habido ninguna propuesta. Pero no os preocupeis, os traemos un tema que no producirá ninguna sonrisilla, pero si que espero os sirva para reflexionar.

Y es que es el tema de mi futuro, y sobre del vuestro, y el de todos los que seremos mayores. Y es que trata de algo tan sencillo y original como si nuestros hijos cuidarán de nosotros cuando seamos mayores.

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