Archivo de la categoría: El mundo y la persona mayor

La Forja de una Vida

Podría decirse que Carmen es una mujer hecha a sí misma. A sus 86 años ha vivido una vida tan sufrida como el clima y la tierra que la vio crecer, en un pequeño pueblo situado a las puertas de La Mancha. Sabe lo que es vivir en la escasez de una cruel postguerra. Su tenaz estoicismo le sirvió en esos duros años y forjó su carácter, dejando una marca indeleble que explica su particular forma de ver el mundo. Cuando echa una mirada atrás se asombra de cómo ha podido cambiar tanto la sociedad donde vive. Es viuda desde hace 23 años y vive en la misma casa del pueblo a la que un día se mudó al casarse con mi abuelo. Carmen es menuda, de mirada vivaz y pies ágiles a pesar de los años. Es tenaz, disciplinada y afanosa. A sus pequeños ojos asoma una inteligencia innata, una sabiduría antigua que no se aprende en los libros. Sus nudosas manos aún son capaces de coser cuando la vista se lo permite y procura mantenerse activa con cualquier actividad que despierta su curiosidad de niña. Y cuando sale del pueblo echa en falta a sus amigos, pues Carmen tiene una vida social que ya quisieran muchos tener a su edad. Pero para realmente entender su idiosincrasia, es menester retroceder en el tiempo.

Cuando aún no había cumplido un año, mi madre me contó que un camión militar que pasaba por el pueblo reclutando hombres para la guerra se llevó a mi padre a luchar a Teruel – me contaba una tarde de sobremesa.

¿En qué bando luchó? – pregunté yo entonces interesado.

Pues no lo sé, pero tampoco importaba demasiado. Luchabas donde te tocaba. Mi padre nos contó después que peleaban hermanos contra hermanos e hijos contra padres. Pasó frío, hambre y muchas calamidades.

Corría el año 1938. Fue ese un crudo invierno que marcaría el devenir de la Guerra Civil Española en el frente de Teruel. Se calcula que entre 1937-1938 murieron congelados en ambos bandos hasta 15.000 combatientes. Mi bisabuelo Simón (su verdadero nombre era Tomás) no sabía leer ni escribir, pero se las arreglaba para enviar periódicamente cartas desde el frente con el apoyo de un camarada a mi bisabuela Gregoria. Y como ella tampoco sabía leer, buscaba entre las vecinas a alguien instruida que la ayudara con las lecturas. Mi bisabuelo finalmente volvió al terminar la guerra en 1939 tras casi dos años luchando en una guerra que no eligió. Regresó caminando junto a un compañero después de perder a numerosos amigos a manos del enemigo o del General Invierno. Entró en la casa cubierto de harapos porque justo antes de entrar en el pueblo, unos individuos les robaron las pocas pertenencias que tenían. Eran tiempos crueles y difíciles. Al entrar en la vivienda familiar, mi abuela se escondía y lloraba, pues no era capaz de reconocer en las facciones de ese hombre desgarbado y sin afeitar a su propio padre.

Sin embargo el fin del conflicto no supuso el final de los problemas. Carmen fue la mayor de tres hermanos que fueron naciendo sucesivamente en el humilde hogar de los Martínez. Era una casa fría y oscura, con suelo de tierra, prensada de tanto pisar encima y de paredes que había que enjalbegar periódicamente para dar mantenimiento. La vida de la familia giraba alrededor de la chimenea que hacía las veces de calefacción y cocina. En torno al fuego del hogar se sentaban en asientos de esparto y madera con gruesas mantas para mantener el mayor calor posible. Sólo disponían de una bombilla que desplazaban y colgaban de su propio cable según conveniencia para iluminar los rincones más oscuros de la casa. Y en el piso superior se encontraban las habitaciones. Eso era todo. Mi bisabuelo trabajaba por aquel entonces de sol a sol, ocupándose del cuidado de los animales en la casa de un rico del pueblo y recibía un salario de 500 pesetas al año con el que debía mantener a su familia. A pesar de una vida tan espartana, siempre se las arreglaba para alejar el hambre de su hogar. Poseía el ingenio y la maña que en tiempos de vacas flacas suelen manifestarse en personas de mente despierta. Mi bisabuela Gregoria, siempre que tenía oportunidad trabajaba en campo, ya fuera recolectando yeros, guijas con las que cocinaba gachas para la familia o bien se ganaba unas pesetas en la recolección y limpieza de la rosa del azafrán. Todas las mañanas echaba la llave de la puerta de la casa por fuera para ir a trabajar, encargando a Carmen el cuidado de sus hermanos. Pero el espíritu aventurero de los niños se despertaba una vez quedaban solos, atreviéndose a salir a la calle. La primera en cruzar la ventana era la mayor. Y si no había “moros en la costa”, su hermana Felicidad le pasaba al pequeño Jesús de dos años de edad para luego salir ella. En el momento que los labradores regresaban de faenar del campo y antes de ser sorprendidos, ingresaban rápidamente a través de la ventana en el mismo orden en el que salían. Nunca les descubrieron.

Madre, quiero ir a la escuela como mis amigas – dijo sollozando por enésima vez una Carmen de ocho años– Quiero aprender a escribir y leer.

Ya te lo he dicho mil veces, hija, tienes que cuidar de tus hermanos mientras tu padre y yo trabajamos. No puedes ir a la escuela.

Tanta fue la insistencia de la pequeña Carmen y tantas sus ganas de aprender que un buen día Gregoria se animó a llevarla a la escuela, previa visita al señor cura para que le hiciera la correspondiente “papeleta”. Sin embargo, la maestra de infantil no la aceptaba por su edad y tuvo que hablar con la profesora que instruía a niños más mayores. Su nueva maestra no estaba dispuesta a que el resto de niños se retrasara en las lecciones debido a la nueva incorporación, así que encargó a unas niñas que le enseñaran los rudimentos de la escritura y la lectura. Cuando todos en la familia se retiraban a dormir, en el silencio de la noche la pequeña Carmen se quedaba a los pies de la escalera haciendo sus deberes con la única compañía de la bombilla que prendía de una escarpia en la pared.

Al final hasta era capaz de leer mejor que mi amiga Obdulia, y eso que ya llevaba más tiempo que yo en la escuela. Estuve tres o cuatro años aprendiendo a leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir, hasta que mi madre me puso a servir con 12 años, primero en el pueblo y al año siguiente me mandó a una casa de ricos en Benicarló. Ya no había dinero para mantener a toda la familia. Aprendí a hacer bien la cama, a limpiar, planchar, cocinar e incluso zurcir. Hablaba con mis padres por carta todas las semanas y regresaba al pueblo una vez al año, para las fiestas o bien Navidad. Tras ocho años sirviendo en Castellón y después Barcelona, volví al pueblo.Volví porque un médico me recomendó cambiar de aires porque el agua de la costa era perjudicial para mi vesícula. Me dijo que tenía piedras del tamaño de castañas y que me haría bien regresar al pueblo. Así que dejé al novio con el que andaba por entonces y volví con mis padres. Al poco, conocí a tu abuelo y nos casamos.

Mi abuelo era un hombre hecho al campo, serio, estricto y muy trabajador. Un hombre de ideas fijas, costumbres arraigadas y verbo escaso pero irrefutable. Carmen siempre que tenía oportunidad le ayudaba en las labores del campo. Los inviernos en La Mancha Conquense son tan duros como sus gentes. Recuerda con nitidez cómo en época de recogida de la aceituna y para evitar los molestos sabañones, se calentaba las manos en los bolsillos con unos cantos calentados en la hoguera en los momentos de descanso, que eran escasos. Almorzaban gachas, torreznos, migas de pastor o potaje preparado a fuego lento la tarde del día anterior. La aceituna se recogía ordeñando el árbol rama por rama, nada de usar varas para golpear al olivo como hacían los señoritos de Andalucía, solía decir. Arpillera y espuerta. El fin de la jornada venía marcado por el ocaso, cuando las sombras se hacían más largas y el cielo se vestía con tonos rojizos y malvas.

Muchos lustros han pasado desde entonces. Los recuerdos se agolpan en la mente inquieta de Carmen y la mantienen anclada a esta vida que transcurre fugazmente. A   veces se siente sola aunque pocas veces lo verbaliza. Son muchas las personas que se han marchado a su alrededor. Su actividad y disciplina la ayudan a mantener un cuerpo ágil a pesar de los años. Ha superado recientemente un cáncer tras sufrir los estragos de una cirugía, quimioterapia y radioterapia con muy pocas secuelas, pues posee una naturaleza fuerte.

Tiene decenas de dichos y refranes para cada momento y conserva el hábito de la lectura leyendo los Evangelios. Y aunque se queja de olvidos frecuentes con algunas de sus recetas, sigue cocinando como los ángeles. Es buena confidente y consejera. Y si un día le confiesas que has tenido un roce o percance con alguien, termina su consejo con un refrán:

“Amigos ya no hay amigos,

Que el más amigo la pega,

No hay más amigo que Dios,

Y un duro en la faldriquera’’

Víctor Rojo Valencia

Facultativo Especialista en Medicina Interna

El gran reto de la Inteligencia Artificial y la Geriatría

Estamos ante una nueva revolución tecnológica que viene de la mano de la inteligencia artificial y que está irrumpiendo en nuestra sociedad y repercutiendo en el ámbito sanitario y en el de la salud de modo particular.

Términos como inteligencia artificial, machine learning, big data, algoritmo, red neuronal o red profunda entre otros, van a formar parte de nuestro nuevo lenguaje. Así pues, los profesionales sanitarios van a tener que reciclar sus conocimientos en este contexto y prepararse para el uso de nuevas herramientas de inteligencia artificial aplicadas al mundo sanitario. Pasemos a conocer los conceptos básicos de inteligencia artificial que vamos a tener que integrar.

La inteligencia artificial es aquella que imita las funciones cognitivas del ser humano. Hoy por hoy, la mayoría de los algoritmos disponibles en la práctica clínica pertenecen a la inteligencia artificial débil, que responde a preguntas muy concretas.

El término big data es el conjunto o combinaciones de datos almacenados, siendo la ciencia de datos el campo interdisciplinario que permite que los mismos pueden ser analizados para extraer conocimiento.

La ciencia de datos junto a los big data enlazarían con el concepto de Machine Learning  o aprendizaje automático, que realiza de una manera eficiente la captura del conocimiento para mejorar de modo gradual el rendimiento de modelos predictivos y tomar decisiones en base a dichos datos, sin necesidad de programarlos. El aprendizaje automático está en en el corazón de la inteligencia artificial.

El conocido algoritmo de la inteligencia artificial involucra un modelo matemático que resume las propiedades de los datos con un objetivo que puede ser diagnóstico, predictivo o prescriptivo. La red neuronal sería un tipo de algoritmo de machine learning más complejo y su nivel superior denominado red neuronal profunda o deep learning reúne múltiples redes neuronales con un alto nivel de abstracción de datos.

El llamado internet de las cosas médicas es otro concepto que ya está en nuestro entorno y que implica la interacción de dispositivos móviles de monitorización de datos médicos en la red en tiempo real.

En cuanto a los algoritmos disponibles en la práctica clínica, los de mayor impacto están en el ámbito del diagnóstico por imagen y en cardiología, y van apareciendo algoritmos específicos que ayudan a la codificación clínica y al procesamiento de historias clínicas.

En geriatría, a la espera de la creación de nuevas herramientas, los algoritmos disponibles que podrían contribuir a nuestra práctica clínica, son el existente en diagnóstico de Alzheimer de modo precoz con datos proteómicos de plasma y líquido cefalorraquídeo y el algoritmo de diagnóstico de depresión por entrevista.

Respecto al campo del Internet de las cosas médicas disponemos de pastilleros inteligentes con numerosos estudios científicos, los dispositivos de detección de caídas y el proyecto ACTIVAGE se involucra en herramientas orientadas al envejecimiento activo.

Sobre la interacción, utilidad y futuro de la Inteligencia Artificial y el mundo sanitario he charlado con el Dr. Juan Manuel Pikatza, experto en este campo y colaborador con diversas entidades científicas involucradas en la aplicación de herramientas informáticas en las decisiones médicas. Respecto a las ya existentes guías de práctica clínica reconocidas por el Sistema Nacional de Salud, la recomendación apunta a que “Todas las guías deban incluir un algoritmo y un resumen de recomendaciones, e incluso facilitar la elaboración de herramientas electrónicas.” La conversión de las guías médicas en algoritmos de inteligencia artificial que ayuden a la toma de decisiones médicas es un reto de gran complejidad según el Dr. Pikatza, y exigiría un esfuerzo ingente con una colaboración estrecha entre expertos técnicos informáticos y profesionales sanitarios pero que aportaría seguramente un avance potencial en el avance del conocimiento médico (ver Fig. 1 y 2).

Probablemente y gracias al Machine Learning se ofrezcan nuevas soluciones a problemas médicos, pero siempre contando con la interpretación crítica del médico. Por otro lado, y tal y como aclara el Dr. Pikatza, las regulaciones a nivel europeo son muy estrictas y se están adelantando a este desafío de modo que cada algoritmo aplicado a las decisiones clínicas sea seguro y riguroso y garantice la seguridad del paciente.

Fig. 1 y 2. Conocimiento científico en Medicina e integración en Inteligencia Artificial: perspectiva del sanitario y del ingeniero informático (cortesía del Dr. Pikatza).

Parece que la visión multidisciplinar del geriatra, tan acostumbrado a situaciones complejas de enfermedad en el anciano, seguirá siendo clave e insustituible en el avance de la Inteligencia Artificial en el campo sanitario y debería estar presente en la creación de los potenciales algoritmos de decisión clínica en el paciente mayor.

Esperemos que la Inteligencia Artificial nos facilite la investigación y tarea asistencial en Geriatría, ante el hecho indiscutible del envejecimiento poblacional y del reto sanitario que supone.

Nota: agradecimiento al Dr. Pikatza de la UPV por su ayuda, y a la luz aportada por el Manual práctico de inteligencia artificial en entornos sanitarios de Juan José Beunza Nuin & Julo Bonis Sanz & Enrique Puertas Sanz & Borja Rodríguez Vila & Emilia Condés Moreno.

De Mª Concepción Vecino Vecino, médico geriatra en el hospital de Eibar (Gipuzkoa).

La cara del envejecimiento saludable en México: la vida de María Elena.

En el año 2021 hemos comenzamos la llamada Década del Envejecimiento Saludable, impulsada por las Naciones Unidas (2021-2030). Se ha planteado como misión “no dejar a nadie atrás” (1). Esta tarea nos compete a todos, a la sociedad, al gobierno de distintos países, a médicos e investigadores. Debemos esforzarnos de forma coordinada en garantizar una cobertura digna de atención en la búsqueda de estrategias que nos permitan afrontar las dificultades sociales y de salud que afectan a las personas mayores, especialmente aquellas que reducen la capacidad funcional (2).

El envejecimiento saludable es un proceso dinámico que revela los procesos que se producen a lo largo de la vida, así como la capacidad de adaptación al cambio (3). 

En América Latina se han planteado varias políticas públicas y programas de intervención que podrían actuar reduciendo la brecha de desigualdad actual en este sector poblacional. Hay un largo camino por recorrer que implica conseguir beneficios de forma equitativa entre los distintos países y dentro de cada uno de ellos (4,5).

El día de hoy nos complace presentarles una cara del envejecimiento saludable en México, a través de una conversación con la Sra. María Elena Avellanera, quiengenerosamente nos comparte su experiencia vital en México.

Agradecemos de forma especial a la Clínica de Psicogeriatría del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz” por su valioso papel en la atención a pacientes y formación de profesionales en el campo de la psicogeriatría.

Dra. Rubí Sandoval Santoyo. R3 Hospital Universitario de Getafe.

1. Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. Washington, DC: GNUDS; (sin fecha); [consultado el 16 de julio del 2021]. No dejar a nadie atrás. Disponible en: https://unsdg.un.org/es/2030-agenda/universal-values/leave-no-one-behind.

2. Rodríguez-Mañas L, Rodríguez-Sánchez I. Investigación sobre fragilidad: dónde estamos y hacia dónde debemos ir. J Am Med Dir Assoc. 2021; 22 (3):520–523. doi: 10.1016/j.jamda.2021.01.061. 

3. Keating NC, Rodríguez Mañas L, De Francisco A. Hacia el envejecimiento saludable en América Latina y el Caribe: ¿no dejar a nadie atrás? Rev Panam Salud Publica. 2021 Sep 13;45:e120. Spanish. doi: 10.26633/RPSP.2021.120. PMID: 34531904; PMCID: PMC8437205.

4. Alonso Bouzón C, Rodríguez Mañas L. La experiencia europea ADVANTAGE para el manejo de la fragilidad: claves sobre su aplicabilidad en América Latina. Rev Panamá Salud Pública. 2021; 45 :e107. doi: 10.26633/RPSP.2021.107.

5. Programa Sectorial de Bienestar. Secretaría de Bienestar 2020-2024. Programa Sectorial derivado del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, p.37.

Edadismo… ¿No podemos hacer algo más?

El pasado 15 de junio se celebró el Día Mundial de la Toma de Conciencia contra el Abuso y el Maltrato en la Vejez. Este día fue reconocido oficialmente en la Asamblea General de Naciones Unidas de diciembre de 2011 (resolución 66/127), impulsado por la Red Internacional para la Prevención del Abuso en las Personas Mayores (INPEA), quienes fueron los primeros en establecer esta conmemoración en junio de 2006. El objetivo de este día es concienciar y denunciar el maltrato, el abuso y el sufrimiento a los cuales son sometidas muchas personas mayores en distintas partes del mundo.


Pero… ¿Es tan frecuente el maltrato a las personas mayores? ¿Cuántas veces identificamos una situación de abuso a una persona mayor en nuestra vida cotidiana o en la práctica clínica? ¿En cuantos informes hemos visto reflejada esta circunstancia o cuantas veces hemos tomado acción ante una sospecha de este tipo?

Un metaanálisis publicado en 2017 que incluía 44 estudios con un total de 59203 individuos (1), estimó que una de cada seis personas mayores de 60 años (el 15.7%) había sufrido algún tipo de abuso en el último año. De todas las personas entrevistadas, el 11.6% sufrieron maltrato psicológico, el 6.8% abuso financiero, el 4.2% sufrieron algún tipo de negligencia en el cuidado, el 2.6% sufrieron maltrato físico y el 0.9% abusos sexuales. Las cifras son espeluznantes. No estamos hablando de abusos o maltratos sufridos a lo largo de sus más de 60 años, sino en el último año de su vida.
El maltrato o el abuso a los mayores tiene su origen en el uso de la edad como criterio central para clasificar y dividir a las personas de una manera que comporta un daño, una desventaja o una injusticia (2). Esto se conoce como edadismo, traducción del término inglés “ageism” acuñado por Robert Butler en 1969 y que, sorprendentemente, no se incorporó en el Diccionario de la Lengua Española hasta su última actualización (la número 23.6) en diciembre del 2022. Si bien el edadismo afecta a todas las edades, por estar hablando del Día Mundial de la Toma de Conciencia contra el Abuso y el Maltrato en la Vejez, nos centraremos en el edadismo a las personas mayores.

En 2020 se publicaron los resultados de una encuesta diseñada con el objetivo de evaluar la prevalencia de actitudes edadistas con las personas mayores (3). Se realizó durante la sexta ola de la World Values Survey (2010-2014) en 57 países (1200 personas por país), con un total de 83,034 personas, de las que el 18% eran mayores de 60 años. El 56% de las personas entrevistadas (una de cada dos) mostraron actitudes edadistas con las personas mayores en un grado moderado-severo. En este trabajo, España aparece como uno de los países menos edadistas. Aun así, casi el 30 % de los individuos entrevistados (uno de cada tres) mostraron actitudes moderadamente edadistas o severas.
Estas cifras tan desalentadoras hacen referencia a actitudes y comportamientos que ocurren en la comunidad, en la población general. Pero… ¿Qué pasa en el mundo sanitario?

  • A las personas mayores se les niega el acceso a determinados tratamientos. Aunque lo vimos claramente durante la pandemia y apareció en numerosos medios, ya en 1999 se demostró que, tras ajustar por género, comorbilidad y situación funcional, por cada década de vida a partir de los 50 años se disminuía el acceso en un 15% a respirador mecánico, en un 19% a intervenciones quirúrgicas y en un 12% a la diálisis (4). Sólo por la edad…
  • Las personas mayores, con frecuencia, no tienen acceso a ningún recurso de Medicina Geriátrica. A pesar de que esta especialidad médica ha demostrado beneficios en la capacidad funcional (física y cognitiva) y en la calidad de vida, y además disminuye las estancias hospitalarias y la institucionalización (5), existen numerosas áreas de salud y hospitales en España sin Geriatría. ¿Qué pasaría si esto le ocurriese a niños, mujeres o adultos en general?
  • A las personas mayores se les ofrece fármacos que no han sido evaluados en ellos. Con frecuencia, la edad y muchas de las características asociadas a ella, son un criterio de exclusión de los ensayos clínicos, lo que hace que la eficacia de los fármacos y sus efectos secundarios se testen en sujetos que no representan a las personas mayores que sufren enfermedades. Un trabajo diseñado para conocer las características de las personas incluidas en los ensayos clínicos de fármacos para la osteoporosis mostró que el 23% de ellos usaron la edad como factor de exclusión, el 13.7% excluyeron a personas con insuficiencia cardíaca o patología respiratoria, el 11.7% a personas con dificultades en la movilidad, el 8.8% a personas con deterioro cognitivo y el 2.9% a personas con hipertensión arterial (6). Resultados similares se encontraron cuando se revisaron los ensayos clínicos diseñados para evaluar la eficacia de la rehabilitación en pacientes que habían sufrido un ictus (7).
  • Nos dirigimos a las personas mayores, o nos referimos a ellas, utilizando un lenguaje edadista. Un trabajo reciente muestra que, en dos revistas científicas especializadas en envejecimiento, hasta un 20% de sus artículos utilizan lenguaje edadista (8).

Son sólo algunos ejemplos y sirven para mostrar que el edadismo está en todas partes, también en el mundo sanitario. Por el enorme impacto que tiene en la salud de las personas mayores y su calidad de vida, en la sociedad y en la economía; es urgente que tomemos acción (2). El día 15 de junio es un buen día para reflexionar y concienciar, pero el año tiene 364 días más en los que multitud de actitudes edadistas, incluidas el abuso y el maltrato, ocurren a nuestro alrededor.

Y cada uno de nosotros, ¿Qué hacemos?

De verdad, ¿no podemos hacer algo más?


Cristina Alonso Bouzón, MD, PhD
Expresidenta SEMEG

BIBLIOGRAFIA
1-. Yon Y, Mikton CR, Gassoumis ZD, Wilber KH. Elder abuse prevalence in community settins: a systematic review and meta-analysis. Lancet Glob Health. 2017 Feb;5(2):e147-e156. doi: 10.1016/S2214-109X(17)30006-2.


2-. Informe mundial sobre el edadismo. Washington, D.C.: Organización Panamericana de la Salud; 2021. Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO. Disponible en: https://www.who.int/publications/i/item/9789240016866 (último acceso: 21 de junio 2023

3-. Officer A, Thiyagarajan JA, Schneiders ML, Nash P, de la Fuente- Núñez V. Ageism, Healthy Life Expectancy and Population Ageing: How Are They Related. Int J Environ Res Public Healt. 2020 May 1;17(9):3159. doi: 10.3390/ijerph17093159.

4-. Hamel MB, Teno JM, Goldman L, Lynn J, Davis RB, Galanos AN, et al. Patient age and decisions to withhold life-sustaining treatments from seriously ill, hospitalized adults. SUPPORT Investigators. Study to Understand Prognoses and Preferences for Outcomes
and Risks of Treatment. Ann Intern Med. 1999 Jan 19;130(2):116-25. doi: 10.7326/0003-4819-130-2-199901190-00005.

5-. Atención sanitaria a la persona mayor en el siglo XXI: desde la promoción de la salud hasta el final de la vida. Ed. Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), 2022. Coordinadores: López-Dóriga, P y de la Fuente Gutiérrez, C. ISBN: 978-84-09-39009-0

6-. Mc Garvey C, Coughlan T, O’Neill D. Ageism in Studies on the Management of Osteoporosis. J Am Geriatr Soc. 2017 Jul;65(7):1566-1568. doi: 10.1111/jgs.14840.

7-. Gaynor EJ, Geoghegan SE, O’Neill D. Ageism in stroke rehabilitation studies. Age Ageing. 2014 May;43(3):429-31. doi: 10.1093/ageing/afu026. Epub 2014 Mar 18.

8-. Murphy E, Fallon A, Dukelow T, O’Neill D. Don’t call me elderly: a review of medical journals’ use of ageist literature. Eur Geriatr Med. 2022 Aug;13(4):1007-1009. doi: 10.1007/s41999-022-00650-4. Epub 2022 May 17.

Por una tecnología más accesible a nuestros mayores, un ejemplo de compromiso

Susana Muñoz Hernández, doctora en informática y profesora en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

Eres ingeniero informático, programador, diseñador de aplicaciones web, desarrollador de aplicaciones móviles, doctor en informática, experto en inteligencia artificial y tienes que elegir en qué te vas a especializar, a qué vas a dedicar tu energía, tu tiempo, tu profesión, tu investigación y tu vida. Algo en lo que pensar, probar, diseñar, innovar y producir avances. ¿A qué te interesa más contribuir?, ¿a conseguir mayor realismo en videojuegos bélicos?, ¿a mejorar la eficiencia de procesos bancarios?, ¿a imitar la inteligencia humana en procesos de decisión antes llevados a cabo por personas?, ¿a desarrollar complejos interfaces para incorporar múltiples funcionalidades a sistemas avanzados? … tú decides.

Nosotros, en TEDECO (tedeco.org) grupo de Tecnología para el Desarrollo y la Cooperación de la Universidad Politécnica de Madrid, hemos decidimos centrar nuestro trabajo en mejorar la vida de las personas a través de la tecnología. Esa es nuestra misión y nuestra prioridad, y dedicados a ello llevamos desde 2006 (https://youtu.be/dwr__rGuGyQ).

La tecnología se aplica en todos los ámbitos de la vida: educación, servicios sociales y gubernamentales, salud, ocio, relaciones sociales… Ser ajeno al uso de la tecnología es, actualmente, una causa de exclusión social. Parece que el mundo tiende a la desaparición del analfabetismo digital: “ahora los niños nacen sabiendo manejar los móviles y los ordenadores”, “en pocos años todo el planeta será usuario avanzado” … ¡Mentira!

Los índices de personas aún ajenas al uso de la tecnología son enormes en países en vías de desarrollo y, sorprendentemente, son enormes en nuestras sociedades occidentales entre los colectivos más vulnerables (inmigrantes, refugiados, presos, mujeres en situación de maltrato, minorías étnicas, personas con enfermedades mentales) y sobre todo, entre nuestros mayores. Pero esto no es algo que con los años se vaya a solucionar. No del todo al menos. Con los años, todos acabaremos siendo analfabetos digitales funcionales. Y es que, incluso siendo usuarios digitales en la juventud o edad adulta, nos podemos convertir en analfabetos digitales funcionales durante la vejez debido a problemas de visión, pérdida de agilidad en los dedos, deterioro cognitivo, fatiga, etc. La tecnología no debe ser algo que nos complique la vida, sino algo que nos la facilite y si un programa o una aplicación nos resulta difícil de manejar, posiblemente es porque está mal hecho, porque es la tecnología la que debe adaptarse a las personas y no las personas a la tecnología.

A este respecto hay dos conceptos en informática muy interesantes y necesarios: el concepto de “usabilidad” que se refiere a buscar que los programas y aplicaciones sean fáciles de usar (lenguaje sencillo, no ambigüedad, comodidad de uso, …) y el concepto de “accesibilidad” que se refiere a buscar que los programas y aplicaciones se adapten a las necesidades especiales de cada persona (problemas de visión, audición, de agilidad con el uso de los dedos e incluso de dificultades cognitivas).

La auténtica innovación no creo que esté en que mejoremos la inteligencia artificial del comportamiento de avatares en juegos virtuales que lleven a la adicción a nuestros adolescentes. La autentica innovación está en conseguir aplicaciones accesibles y de alta usabilidad que incluso personas mayores sin ningún conocimiento digital previo sean capaces de usar. Como ejemplo pongo la aplicación web videollama.me que desde TEDECO desarrollamos desinteresadamente durante el confinamiento de 2020 por la pandemia de la COVID-19. Viendo la cantidad de personas mayores confinadas en sus domicilios, en residencias e incluso en hospitales que no podían ver a sus familiares cercanos por no saber utilizar teléfonos inteligentes, desarrollamos esta aplicación de videollamada sencilla con la que los mayores pueden ver a sus familiares pulsando un solo botón. En casi tres años esta aplicación se ha usado más de 158.000 veces (con peticiones válidas), lo cual implica al menos 158.000 comunicaciones con éxito de mayores con sus familiares a través de ella.

No debemos olvidar que en otras ocasiones la falta de acceso a la tecnología tiene un motivo meramente funcional por no haber tenido la oportunidad de aprender a usarla. Para personas mayores es difícil aprender a usar sólo lo que quieren o necesitan puesto que los cursos organizados suelen incluir temarios totalmente ajenos a sus intereses (hojas de cálculo, bases de datos, procesadores de texto). Otro problema adicional es que, en clases organizadas para grupos con horarios fijos, las ausencias (por enfermedad, problemas de salud o por compromisos familiares con los hijos o nietos) no son recuperables para volver a nivelarse al ritmo del grupo. Es, por otra parte, muy difícil que en un grupo de personas mayores, o de personas en general, todos vayan al mismo ritmo. Lo normal es que los más avanzados se aburran o desmotiven mientras que los más atrasados se pierdan.

Desde el grupo TEDECO hemos abordado esta problemática desarrollando una metodología de alfabetización digital básica (desde cero con el uso del teclado, el ratón, el escritorio, hasta el manejo de ventanas, búsquedas en Internet y rellenado de formularios) muy innovadora puesto que se realiza INDIVIDUALMENTE y SIN PROFESOR.

La experiencia formativa se articula con un ordenador o portátil en el que la persona mayor practica y una tableta táctil al lado con unos auriculares dotada con un software especialmente desarrollado para que personas sin conocimientos digitales sean capaces de seguir el curso por si mismos sin problemas. El software accede a unos contenidos audiovisuales desarrollados pedagógicamente para las necesidades de velocidad, simplicidad y amabilidad que una persona mayor necesita. Esto facilita que cada persona mayor aprenda cuando pueda, a su ritmo y repitiendo la visualización de cada vídeo tantas veces como quiera hasta haberlo entendido. Esta metodología de alfabetización digital innovadora se llama TechPeoplecare (techpeople.care), se puede ver una descripción de la misma en varios vídeos explicativos de menos de tres minutos (https://youtu.be/VxwuQs4iOs0, https://youtu.be/qSztxQY-D9M).

Actualmente seguimos trabajando desde la universidad pública madrileña para para reducir la brecha digital en las personas mayores.

“La resiliencia de las personas mayores en un mundo cambiante”

Desde el 14 de diciembre de 1990, la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través de la resolución 45/106, designó el 1 de octubre Día Internacional de las Personas de Edad.

El lema de este año ha sido “La resiliencia de las personas mayores en un mundo cambiante”, y entre sus objetivos se encuentra “Poner de relieve la necesidad de un instrumento jurídicamente vinculante sobre los derechos de las personas de edad y de un enfoque intersectorial de derechos humanos centrado en la persona por una sociedad para todas las edades”

Con este motivo muchos Centros Geriátricos se unen a esta festividad y desarrollan programas de actividades, en ocasiones para visualizar y poner en contacto con el entorno los problemas de edadismo y necesidades cambiantes de este colectivo.

El 3 de octubre se inicia en la Residencia de Personas Mayores, del Complejo Asistencial Benito Menni (CABM) ubicado en Ciempozuelos, la “Semana del Mayor”, y que mejor forma de hacerlo que con una exposición de trabajos, realizados por nuestros residentes en los talleres ocupacionales de actividades significativas.

La ocupación constituye un factor muy importante para encontrar el equilibrio y no caer en la inactividad. La inactividad supone un gran riesgo para las personas mayores, pues les conduce a un empeoramiento, tanto de su calidad de vida como de su situación psicoconductual. Las actividades significativas son aquellas centradas en los gustos e intereses de cada uno, para que la persona se encuentre activa y no caiga la desmotivación y el aburrimiento.

Las actividades significativas, basadas en la ocupación de cada persona nos ayudan a prevenir, mantener, rehabilitar, compensar o adaptar las capacidades de las personas y de su entorno. Constituyen uno de los pilares básicos dentro de los Centros Residenciales, siendo de especial importancia que la persona tenga la oportunidad de estar implicada en el tipo de actividades, que constituirá una herramienta imprescindible para apoyar los cuidados de cada persona.

Además, en nuestros centros continúan realizándose actividades capacitativas, basadas en las capacidades de las personas, pues las patologías actuales del envejecimiento así los demandan y ayudan a recuperar, o mantener lo mayor posible, la funcionalidad, con la posterior repercusión en las actividades de la vida diaria. Son las actividades significativas, las que cada día cobran especial importancia, ya que favorecen el mantenimiento de los roles, lo que caracteriza los modelos de Atención Centrados en la Persona, que son los que se encuentran en implementación en el CABM.

Mantener los roles previos mejoran su autoestima y motivación, reducen los trastornos de conducta reactivos a cuidados, problemas de adaptación o insatisfacción con el ingreso, pero sobre toda dan significado al día a día del residente, empoderan al residente en las decisiones de su vida y favorecen las relaciones sociales tanto con el resto de residentes como los profesionales a los que verán como facilitadores de actividades y no directores de ellas.

Dra Maria Carmen Feliz Muñoz.

Coordinadora del Área de Personas Mayores de la Residencia Psicogeriátrica Benito Menni (Ciempozuelos, Madrid).