Vuelvo a escribir después de muchísimo tiempo, sé que demasiado. Uno da para lo que da, y las prioridades van cambiando con el tiempo. Pero la semana pasada tuve la fortuna de volver a poder formarme de forma presencial con el congreso SEMEG celebrado en Albacete. Como todos los congresos ha sido intenso. Pero ha sido sobretodo estimulante, así que aquí me veo de nuevo.
El título del congreso creo que ha sido más que acertado, MEDICINA GERIÁTRICA: LA CIENCIA DE LA FUNCIÓN.
Pocos congresos he visto con un título tan acertado. Os animo a echar un vistazo el programa, y veáis lo que os habéis llegado a perder.
Pero no escribo para contar lo que he oído, sino para intentar convencer a los próximos MIR el por qué apuntaros a este apasionante mundo de la geriatría. Y es que la geriatría no sólo es la mejor medicina de la función, sino que LA GERIATRÍA ES LA MEJOR MEDICINA PARA LA PREVENCIÓN.
Sí, lo has oído bien. Todas las ramas sanitarias tenemos como objetivo prevenir, y me atrevo a decir que una geriatra es mejor que cualquier otro médico especialista en ello.
Y digo esto convencido porque intentamos prevenir cualquier cosa que podáis llegar a pensar, para conseguir nuestro objetivo máximo que es «dar vida a los años, y no años a la vida». Pero tenemos que reconocer que no podemos prevenir una, como bien dice el dr López Otín. No sé si adivinarás que es esta única cosa que no podemos evitar. Pero lo siento, para saberlo tendrás que leer esto hasta el final.
Este año largo que llevamos tan raro, no sólo ha afectado a la vida laboral, ampliando el número de horas que hay que trabajar, sino que también ha afectado a las ganas de hacer este blog, y por tanto a su estructura y periodicidad. Ha afectado tanto, que ahora escribo cuando apetece, o cuando tengo tiempo.
Pero no pensemos sólo en el maltrato hecho por las personas cercanas. El ageismo o edadismo quizás sea el maltrato más extendido. Incluso por organismos como la OMS, a quien se le ha ocurrido la genial idea de decir que el envejecimiento es una enfermedad, y no la adolescencia a la que ya tengo miedo de «acercarme».
▶️ Respecto a la inclusión del término “vejez” en la clasificación CIE-11 remarcamos las siguientes consideraciones.
Y es que una persona mayor, sólo por ser mayor, ya desde antes de la COVID tenía y tiene una predisposición a una atención inadecuada en los servicios de salud. También tiene un mayor riesgo de morir independientemente de la enfermedad de base y de su pronóstico. Pero es que tiene también un riesgo de algo más grave aún ante el edadismo de las instituciones sanitarias, como es el riesgo de un deterioro cognitivo o funcional, con la consiguiente sobrecarga emocional para la misma persona y sus familiares.
La geriatría es la lucha contra el edadismo, también institucional #stopedadismo #oldlivesmatter
Así que, como nos dice la dra Inouye para empezar a evitar esto deberíamos empezar con una formación básica sanitaria para conseguir una mejor capacitación en los aspectos específicos en el diagnóstico y el tratamiento en los adultos mayores ayudará para combatir este ageismo. Igual que la mayoría de los profesionales de la salud sabemos que la atención sanitaria de los niños presenta muchas características propias en comparación con la del adulto de 40 años. Sin embargo, la mayoría de los mismos profesionales no comprenden o conocen que existe el mismo grado de distinción entre las necesidades de atención de un adulto de 40 años y la de un adulto de 80 o 90 años. Y parte de esto es debido a esta falta de formación en las universidades, que no sólo pasa en EEUU, sino también en España. Por eso un grupo de trabajo como el de la SEGG de formación es tan importante, porque la formación es más fácil cuanto más “niños” seamos, como bien dice @nuria_garro
En la lucha contra el edadismo es básico la formación de todos los profesionales de la salud desde el inicio de su formación
Con esto se puede conseguir que se conozca algo tan importante como es la presentación atípica de las enfermedades en las personas mayores puede empezar algo tan grave como un infarto cardiaco, no con el típico dolor de pecho, sino con una inquietud o un “decaimiento”. Esto no sólo dificulta el diagnóstico, sino que también el tratamiento adecuado.
Otra cosa que puede facilitar desarrollar la formación básica y mejorar el sistema de salud es conocer los riesgos de la polifarmacia y los efectos secundarios de esta. Para eso la dra Inouye recomienda los criterios de Beers (a los que sumo los STOPP-STAR) para adecuar el tratamiento farmacológico en los mayores.
Sin olvidar, y esto es cosecha propia, la importancia vital de que la persona se mueva y haga ejercicio esté donde esté. Aún más si está hospitalizado.
Otra muestra del edadismo del sistema sanitario que muestra la dra Inouye es la limitación al acceso a determinados tratamientos por la edad, no sólo como transplantes, sino a tratamientos sustitutivos como la diálisis, o a políticas de cribado (como mamografías o colonoscopias). Pero también, y sobretodo a algo tan importante como son los ensayos clínicos de fármacos, o como hemos vivido recientemente vacunas, que luego van a ser usados en su mayoría por personas muy mayores. Es importante destacar que esta exclusión limita la capacidad de evaluar la eficacia, la dosis y los efectos adversos de los tratamientos en las personas muy mayores.
Pero ahora con la COVID19 aunque ha salido a la luz la discriminación por edad, la dra Inouye propone que sea una oportunidad sin precedentes para rediseñar un sistema de atención médica antiedadista que mejorará los resultados de salud para todos. Para ello aporta una serie de ideas para evitar esta discriminación por edad.
Es importante la lucha contra el edadismo institucional. Pero también el del «día a día» y organizaciones como https://twitter.com/GeroActivismo hacen un importante papel
En primer lugar recomienda construir sistemas de salud amigables con las personas mayores a nivel mundial que incluyan a los propios mayores, sus cuidadores y expertos en geriatría como parte de la solución. Estos sistemas deben trabajar para reducir las barreras de acceso a todos los niveles. Sí que en España está el ejemplo del hospital Infanta Leonor, pero creo que ahí se queda.
En segundo lugar recomienda fomentar una mejor educación y formación de los profesionales sanitarios en aquellas características propias de los mayores y libre de prejuicios relacionados con la edad. Dicha formación ayudará, como decía antes, a aumentar la conciencia sobre la presentación atípica de la enfermedad y reducirá la polifarmacia y la prescripción de medicamentos inapropiados. Otra medida es brindar una atención de calidad, coordinada y evitando la atención subespecializada basada en órganos y sistemas. Recomienda que la atención sea supervisada por un equipo interdisciplinario que brinde atención centrada en la persona guiada por las metas y preferencias dichas por la propia persona mayor, no en un “racionamiento de los recursos” basados en la edad. También recomienda avanzar en la “gerociencia”, la cual se centra en el desarrollo de tratamientos biológicos para mejorar la duración de la salud, con el objetivo de mejorar la longevidad saludable, o lo que es lo mismo, dar vida a los años. Otro aspecto a mejorar para conseguir este objetivo es favorecer la participación de los cuidadores, mejorando la comunicación, controlando los tratamientos y mejorando la adherencia y el seguimiento.
Igual que hay ciudades amigables de las personas mayores, porque no crear una red de hospitales amigables
También nos recuerda que acceder a la experiencia geriátrica y al conocimiento de las preferencias del paciente es esencial en el complejo proceso de toma de decisiones, particularmente durante tiempos de escasez clínica, como los recientemente vividos. El racionamiento solo por edad no debería ser el criterio único. Otro punto importante, ya nombrado, es la inclusión en estudios científicos en tratamientos y vacunas.
Así que tenemos mucho por hacer para evitar el pensamiento de que «los adultos mayores son prescindibles”.
Porque como concluye la dra Inouye, mejorar la atención de las personas mayores y crear un sistema de atención de salud óptimo y amigable con las personas mayores ayudará a todos, incluido nuestro yo actual y futuro.
Esta semana pasada se ha celebrado un día muy importante, el #diainternacionaldelaenfermera, y aunque sea con un poco de retraso, nos gustaría comentar las reflexiones de una compañera enfermera, que como dice Cervantes, de cuyo nombre no quiero acordarme, para facilitar el trabajo en una planta de hospitalización. Sabemos que cada equipo tiene sus características, pero nosotros trabajamos sobretodo en la hospitalización de agudos/subagudos, y por esto nos vamos a centrar en esto.
Un aplauso para toda las enfermeras, sin olvidar a las auxiliares de enfermería
En mi unidad tenemos una costumbre, que es la «discusión de los trastos viejos». El viernes a la hora del café hablamos de lo humano y lo divino. Desde cuál es la mejor canción, que aquí con permiso de «resi fashion» gana «SuperP» (a la que dedicamos la canción final de esta entrada), a cosas más serias como si escribir en un blog es ciencia o no es ciencia.
Esta es una discusión (o #preguntamaliciosa) que tengo a menudo con César “Flash” del gran equipo de investigación de mi centro, y que para desgracia del resi de turno, tiene que aguantar. «Flash» claramente dice que no, porque es una cosa «personal», sin revisión y sin método científico, por lo que cree que no se le debe considerar ciencia.
«Comunicar es un arte bastante simple. Lo que puede ser endiabladamente difícil es hacer que la gente te escuche» Andy Warhol. Substituye «comunicar» por geriatría y ya tienes el objetivo de este blog
Así de claro os lo digo. Geriatría es la especialidad que no sólo cambiará tu futuro, sino el de todos tus compañeros, y sobretodo el futuro de aquellas personas con las que vas a tratar a partir de tu elección MIR.
Y es que a partir del 16 de junio parece que empezará la elección MIR, EIR y del resto de formaciones sanitarias especializadas (EIR, PIR, FIR, QIR, RFIR, BIR y MIR, este año, creo que no me olvido de nadie). Por desgracias sólo las EIR y MIR tienen la suerte de poder escoger esta especialidad. Lo siento mucho por el resto que no tienen tanta suerte.
Yo cada vez lo tengo más claro que #yoelijogeriatria. Así que no tengas dudas y #escogegeriatria. Aquí te dejo 10 razones que no las doy yo. Y es que este año es todo un orgullo ver como médicos a los que estoy ayudando, y en especial la dra Beatriz Ortiz quien ha editado tan bien el video donde cuentan porque tienes que escoger geriatría.
— Alvaro Casas Herrero (@alvaro_casasher) April 21, 2021
También podéis ver las razones de
@Wally_Gator_MD
No abandonar ningún área de la Medicina, trabajar en equipo interdisciplinario, tener un abordaje del paciente propio e integral, trabajar en diferentes niveles asistenciales, hacen a la Geriatría una especialidad diferente en su aproximación a la persona mayor.
— Juan I González Montalvo (@Wally_Gator_MD) March 25, 2019
o de @FatimaBranas para volver a escoger geriatría
Después de la experiencia del año pasado con las respuestas MIR, donde me divertí bastante, he querido repetir la experiencia propuesta de @casimedicos para colaborar a responder las preguntas MIR de este año. Este año han sido poquitas las preguntas específicas sobre geriatría, sólo 2. Aunque me he atrevido a responder de forma rápida alguna más donde me he visto claramente interpelado.
Pero antes de empezar con lo que toca, quiero felicitar a todos los que habéis hecho ayer el examen MIR, así como al resto de opositories (EIR, FIR…) por todo el esfuerzo y trabajo que habéis hecho durante tanto tiempo. Os merecéis un gran aplauso.
Hace unos meses, en realidad una eternidad, me medio enfadé con una compañera del hospital, cuando me soltó al comentar una señora que se estaba muriendo que solía hacer «lo más fácil». Y es que para eso nos formamos todos, para hacer lo difícil, fácil, incluso si estamos ante una persona que se está muriendo.
No me pidáis entrar en un quirófano, porque me desmayo. Ni siquiera me pidáis cambiar una lámpara, porque para mi es una cosa casi de ciencia ficción. Ni usando un tutorial de youtube lo intento por si acaso. Pero en esto sí que me consido un “experto”, y hasta creo que podría grabarme para youtube o para un podcast, sino fuera porque me da bastante corte hablar en público.
Y es que cuando uno trabaja en geriatría tiene una gran ventaja, la de poder superespecializarse fácilmente. Uno puede desde trabajar en urgencias, a trabajar en psicogeriatría, o en ortogeriatría, o en una residencia, o en una planta de hospitalización de agudos entre muchos otros sitios.
Pues yo he decidido “superespecializarme” en dos o tres cosas, como creo que ya habéis comprobado. Una de ellas es algo que nos suele tocar hacer en geriatría, estemos donde estemos, y es la preparación al final de la vida. Así que sí, me considero superespecialicista en los momentos de final de vida.
Cuando le pregunté a qué se refería con lo más fácil, me dijo «no hacer nada». Lo malo de escribir un blog, es que inmediatamente le pasas un enlace diciendo justamente lo contrario. Porque lo más fácil es hacer lo que dicen que tenemos que hacer los libros/protocolos de turno y esperar a ver que pasa.
Pero los que hemos optado por hacer geriatría, hacemos “lo más fácil”, que es valorar el equilibrio entre iatrogenia (pasarse de hacer cosas sin ningún objetivo curativo) y nihilismo (no hacer lo suficiente). Pero esto no es un arte, sino que es una ciencia. Y esa ciencia, perdón por mi subidón, se llama, como digo entre otras, geriatría. Digo que no es la única especialidad médica que hace esto, pero sí que es una donde se ve más claro. Sí que en todas las especialidades hay un equilibrio, pero el débil equilibrio que existe muchísimas veces en geriatría, donde en un lado suele estar habitualmente la muerte, creo que es clarísimo. Y para ello nos formamos en «lo más fácil» que es conocer la medicina, hablar y escuchar.
Esta es una de las imágenes que más he usado como geriatra, una simple balanza
En medicina nos preparan para actuar, y en general para actuar con decisión. Hay momentos en los que está clarísimo, porque no hacer nada produce la muerte, como en una parada cardiaca. Pero en el mundo de la geriatría, todo es debatible. Porque lo habitual es que una parada cardiaca, no lo sea, sino que es “la muerte”. Por eso como decía en la última entrada una buena valoración geriátrica ayuda, y mucho, a tomar decisiones. Porque las personas mayores no son sólo una situación clínica. Pero al final, como toda herramienta, depende de algo tan fácil, pero a la vez tan difícil, como es la comunicación.
Así que a lo que mi compañera se refería de no hacer nada, le respondo fácilmente. Hago lo más fácil que es intentar todos los días seguir aprendiendo medicina a través de literatura científica y evitando los bulos. Pero otra cosa que hago es “sentarme y hablar el tiempo que sea necesario” para tomar la decisión más adecuada. ¿Esto “es no hacer nada”?. Si acaso es en lo que consiste, o debería consistir la medicina: en conocer a la persona, sus pros y contras, aunque sea de forma rápida, y según ello actuar en consecuencia.
Así que en lugar de “explico lo que le pasa y el tratamiento que toca y hablamos mañana”, paro a “sentarme el tiempo que sea necesario, explico, respondo, vuelvo más tarde por si tienen dudas, y vuelvo a responder”, no es lo más fácil, es lo más difícil. Y si se está ante una persona en sus últimos momentos de vida, aún es más difícil. La prueba es que hacerlo bien lleva mucho más tiempo. Porque el final de vida es una de las mayores urgencias a las que me enfrento.
Además hay que pensar que en geriatría el proceso de toma de decisiones se complica por múltiples factores: barreras de comunicación por problemas de audición o por problemas de memoria. También es en general una generación donde el paternalismo médico es lo habitual, donde no suelen existir las decisiones avanzadas, o no se suele hablar/escuchar que hacer en caso de ponerse mal. Donde lo normal es dar “la voz” a los familiares. Pero también existen barreras “técnicas”. Y es que habitualmente gran parte de la literatura científica en la que basamos nuestro conocimiento, excluye a las personas mayores, y si son frágiles aún más.
Así que lo que hacemos creo que no es fácil, es difícil. Pero aún es más difícil si no nos sentamos y hablamos. No sólo con la persona a quien nos debemos como profesionales, sino no vamos a mentir, con la familia. Porque al final la familia es la que en general no sólo apoya y cuida en los momentos difíciles, sino que también es la que se queda aquí llorando la pérdida.
Para empezar, quizás unas recomendaciones básicas son las dadas en el modelo de Ruiz, y que podéis profundizar más en este artículo
Conectar con el paciente/familia
Identificar y Comprender los problemas de salud del paciente/familia
Acordar con el paciente/familia sobre el/los problemas, las decisiones y las acciones
Ayudar al paciente/familia a entender, elegir y actuar
Así que sí os recomiendo hacer como yo, «hacer lo más fácil»: formarme, hablar y escuchar. Esto último aunque lo hago desde que tenía más o menos un año, sé que aún me queda mucho por aprender. Y más ahora cuando la interacción personal se ha perdido en muchas ocasiones por una conversación rápida con la persona enferma, y con una voz al otro lado de un teléfono.
Vuelvo a una de mis secciones favoritas, la #preguntamaliciosa. Esta vez dedicada a las nuevas E0/R0, y en especial a aquellas que habéis empezado vuestro camino por este maravilloso mundo de la geriatría. Lo siento por los PIR, FIR, QIR, pero creo que no tendréis la suerte de poder disfrutarlo tan a menudo como nosotros.
Y una pregunta habitual que una se hace cuando empieza la residencia, es cuándo se empieza a sentir de la especialidad que ha escogido. Así que he escogido algunas de las frases que te harán considerarte todo un E1/R1 de geriatría.
Este año no sabemos cuándo será, parece que el 26 de junio, cuando empieza la elección MIR. Así que aunque no sé cuando será, pero creo que ya toca, os vengo a dar la tabarra sobre, para mi opinión, una de las cosas más importantes que sucede a nivel sanitario en España. Y es que vuelve la elección de plazas EIR, PIR, FIR, QIR, RFIR, BIR y MIR, este año, creo que no me olvido de nadie.
Como años previos me voy a centrar en MIR y EIR que son las que pueden escoger geriatría.
Así que este mes he retrasado la #preguntamaliciosa para contar con los nuevos videos de difusión sobre por qué es tan bueno escoger geriatría. Además este año muchos #MIR habrán oído, esta palabra a cuenta del examen MIR, ya que ha sido una de los temas con más preguntas.
No tengas dudas, aquí te dejo cientos de razones para que escojáis la, para mí, la especialidad sanitaria más bonita y reconfortante, como es la geriatría. Así que vuelvo a recomendaros que las veáis con calma. Ved un poquitín lo que puedes llegar a ser capaz de hacer si escoges geriatría, y porque si eres enfermera o médica porque deberías escogerla.
Así que no lo olvides #yoelijogeriatria ayer, hoy, mañana y siempre.
También podéis ver las razones de
@Wally_Gator_MD
No abandonar ningún área de la Medicina, trabajar en equipo interdisciplinario, tener un abordaje del paciente propio e integral, trabajar en diferentes niveles asistenciales, hacen a la Geriatría una especialidad diferente en su aproximación a la persona mayor.
— Juan I González Montalvo (@Wally_Gator_MD) March 25, 2019
o de @FatimaBranas para volver a escoger geriatría
Lo prometido es deuda. Este año tenemos un claro y buenísimo ganador del premio #hablandodegeriatria18. La idea sería presentaros un artículo interesante sobre cuidadores, pero ha resultado mucho mejor.
Y es que como dice el refrán «una imagen vale mil palabras». Quizás por eso los cómic pueden ser muy útiles para ayudar a comunicar sentimientos o vivencias.
Así que es un placer contar para finalizar «este curso» no sólo con un gran «artículo para cuidadores» sino que con unas magníficas recomendaciones de #geriatriacultural que no debes perderte.
Han pasado veinticinco siglos desde que el filósofo Platón plasmara en su diálogo La República su visión sobre que los buenos médicos “no es con el cuerpo como curan el cuerpo (…) sino con el alma, la cual, si no disfruta de salud, no será capaz de curar nada”. Este pequeño fragmento de sabiduría antigua deja patente el largo recorrido del deseo de que los médicos posean un conocimiento que vaya más allá de la ciencia, uno que alimente su “alma”. Hoy en día, esta antiquísima convicción sobre la necesidad de humanización del mundo sanitario ha dado como fruto el nacimiento de la medicina gráfica, una novedosa disciplina académica que se sitúa en la intersección de los estudios sobre cómic, ciencias de la salud y humanidades médicas, y que cada día se encuentra más consolidada en España, con numerosos profesionales sanitarios abogando por emplear los cómics en el ejercicio diario de su profesión, así como investigadores llegados de diversos campos del conocimiento que contribuyen al reconocimiento académico del estudio de la salud humana a través del cómic.
Los cómics que tienen como tema principal la enfermedad, la diversidad funcional, las experiencias clínicas, la pérdida de los seres queridos, etc. (también llamados patografías gráficas) son un fenómeno que podemos relacionar con la progresiva expansión, en décadas recientes, de un tipo de cómic extenso, dirigido a adultos y publicado en forma de libro, al que muchos denominan “novela gráfica”. Dentro de esta aún joven corriente de cómics sobre lo cotidiano y lo traumático encontramos una temática decididamente inusual en otros formatos narrativos: las vidas de los mayores. En España, es bien conocido el ejemplo paradigmático de Arrugas, de Paco Roca, un texto pionero en el género de la patografía gráfica en español que se convirtió en un inesperado éxito de ventas. La historia de Emilio, paciente de Alzheimer y residente en un hogar para mayores, consiguió despertar un clamoroso interés entre personas que habitualmente no leían cómics, pero que se sentían representadas y comprendidas en sus vivencias como familiares de personas con Alzheimer, cuidadores, trabajadores en geriatría, etc.
Arrugas, no obstante, no es un ejemplo aislado. Siguiendo la hegemónica corriente de cómic autobiográfico que suele describirse como ejemplar de la llamada “novela gráfica”, encontramos un buen número de obras creadas por artistas que cuidaron de sus padres en los últimos años de sus vidas y que plasman, a través del lenguaje de las viñetas, sus recuerdos y experiencias como cuidadores en el seno familiar. A falta de un término mejor, podemos denominar a estas narrativas “autobiografías sobre cuidados”. Podemos observar que, en su inmensa mayoría, se trata de cómics creados por mujeres, un hecho nada menospreciable, pues evidencia que los cuidados siguen siendo tareas eminentemente femeninas, pertenecientes al espacio marginal del hogar y, por lo tanto, aún estigmatizadas y escasamente representadas en la esfera cultural. Las autoras de autobiografías sobre cuidados han empleado diferentes estrategias, acordes a sus intereses creativos, para narrar gráficamente aquella etapa de sus vidas en la que ejercieron como cuidadoras de sus padres en su vejez.
Roz Chast, historietista para el New Yorker desde 1978 y autora de ¿Podemos hablar de algo más agradable? (Reservoir Books, 2015), recurre al humor, que no solamente es su medio de vida como profesional de la historieta en prensa, sino también un modo especialmente eficaz de lidiar con una realidad dolorosa. Su cómic habla de George y Elizabeth, sus padres nonagenarios, una excéntrica pareja que se ve obligada a trasladarse a una residencia para mayores tras una fatídica caída que deja a Elizabeth incapacitada para asumir la carga doméstica y desata una irreversible demencia en su marido. Con un estilo colorista y caricaturesco, Roz Chast relata toda una espiral de peripecias familiares y hospitalarias que terminaron por sobrepasar todo lo que algún día imaginó acerca de lo que significa hacerse viejo. A menudo, representa situaciones como la confusión que le produce la dualidad de su rol como hija y cuidadora o el estrés de hacerse cargo de tareas burocráticas muy raramente discutidas en público, pero que forman parte de las vidas de todos los hijos con padres ancianos. Así mismo, emplea el humor para mostrar el lado más difícil de proporcionar cuidados a los mayores, como encargarse de su higiene, asumir el alto coste económico que supone una atención personal y médica digna, o hacer malabarismos para compatibilizar los cuidados con la vida laboral.
Joyce Farmer, reconocida creadora de cómics feministas en la década de los setenta, abandonó el mundo del cómic durante más de treinta años para asumir la responsabilidad de cuidar de su padre y su madrastra en sus últimos años de vida. Su esperado regreso, titulado Un adiós especial (Astiberri, 2011), narra precisamente sus experiencias como cuidadora. Además de su carácter de relato costumbrista, Un adiós especial contiene una punzante crítica hacia la residencia para mayores en la que su madrastra acabó falleciendo de forma prematura debido a una serie de negligencias cometidas por el personal sanitario. La aparente falta de empatía y mala praxis experimentadas dentro del deteriorado sistema sanitario estadounidense contrasta en esta obra con los episodios domésticos, llenos de afecto, en los que la pareja de ancianos consigue atravesar sus dificultades cotidianas con la incansable ayuda de su hija.
En Tangles: a story about Alzheimer’s, my mother and me (Skyhorse Publishing, 2012), Sarah Leavitt configura su historia personal como cuidadora de su madre, diagnosticada con Alzheimer, a partir de anotaciones de su diario íntimo. Entre sus páginas en blanco y negro encontramos parte de estas notas reales, además de retratos a lápiz de su madre, cartas y postales que ambas intercambiaban, etc. Leavitt reflexiona sobre la pérdida de la intimidad corporal de quienes sufren demencia, puesto que en última instancia necesitan ayuda con su higiene personal, lo cual conlleva una dolorosa inversión de los roles familiares que modifica la identidad de los cuidadores, que pasan a ser hijos que ejercen de padres.
En una línea más vanguardista podemos encontrar una narrativa gráfica como Aliceheimer’s: Alzheimer’s Through the Looking Glass, de Dana Walrath (Pennsylvania State University Press, 2016). No se trata de un cómic, sino, más bien, de un álbum ilustrado que combina páginas de ilustraciones a página completa con textos explicativos, en un intento de trasladar a un soporte físico las entradas de su blog, plataforma a través de la cual se publicaron por primera vez. Su autora emplea una técnica de “collage” para representar gráficamente momentos de la vida de su madre, Alice, a la que vemos siempre ataviada con un vestido creado a partir de fragmentos recortados de Alicia en el País de las Maravillas, un texto que solían leer juntas y que para Walrath resulta simbólico del mundo de fantasía al que la demencia transporta a su madre. Se trata de un relato cotidiano y libre de estereotipos de los últimos años que Walrath pasó junto a Alice, ejerciendo de su cuidadora principal, pero también un afectuoso homenaje a la mujer que Alice fue antes de perder sus recuerdos y que permanece para siempre en el hogar de la memoria.
Ejemplos como estos nos demuestran que las autobiografías sobre cuidados constituyen una aproximación novedosa al mundo de los mayores que nos permiten conocer de primera mano aquellas experiencias que, pese a su cotidianidad, tienden a ser socialmente ignoradas, en parte porque pertenecen al a menudo silenciado espacio de lo doméstico. Estos textos tienen un indudable propósito didáctico que, a un tiempo, aporta visibilidad al trabajo diario de quienes cuidan de los mayores. El lenguaje del cómic, gracias a recursos como la caricatura y el dibujo simplificado, favorece la comprensión y la identificación del lector con lo narrado, despertando profundos sentimientos de empatía fundamentales para el ejercicio de las profesiones sanitarias.
Inés González Cabeza
Referencias bibliográficas
CHAST, R. (2015). ¿Podemos hablar de algo más agradable?, Barcelona, Reservoir Books.
FARMER, J. (2011). Un adiós especial, Bilbao, Astiberri.
LEAVITT, S. (2012). Tangles: A story about Alzheimer’s, my mother and me, Nueva York, Skyhorse Publishing.
WALRATH, D. (2016). Aliceheimer’s: Alzheimer’s Through the Looking Glass, Pennsylvania State University Press.