Cuidadores: los profesionales que curan dedicando su tiempo

¿Habéis hecho un vaso de agua con espesante alguna vez?
Hola, me llamo Gema, soy licenciada en medicina y cirugía, especialista en geriatría, máster en cuidados paliativos… Y hasta hace unos años nunca había tenido que utilizar espesante para que lo tomara mi abuela.
Curar: del latín curare, cuidar…

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En cualquier momento de la vida, seas quien seas y lo que seas, te puede tocar cuidar a alguien. Tu hermano, tu marido, tu hija, tu madre, tu abuela, tu mejor amigo… Cada uno cuidamos y curamos de manera distinta, y ninguna es peor que la anterior.
Yo un día me vi como familiar de mi abuela ingresada en la urgencia del hospital La Paz con un ictus. Entonces fue cuando aprendí a hacer un vaso de agua con espesante. Os aseguro que es más difícil que cualquier curso de postgrado que os imaginéis. Y amigo… ahí empieza a cambiar la cosa… De repente me vi exactamente como el familiar que, como médico, nunca querría que me tocase. Cuando pasas al otro lado, las cosas son muy distintas.
Como médico, los cuidados que le daba eran muy profesionalizados. Porque además, también coincidía que era su médico… La disfagia, el espesante, que beba no se deshidrate, los cambios posturales para que no salgan úlceras, la hidratación de la piel. Me interesaba mucho como movilizarla, que no se deteriorara funcionalmente…
Pero resulta que no todo el mundo está preparado para cuidar así. Algunos hemos nacido con el cuidado en el código genético -no necesariamente siendo médicos, enfermeras o auxiliares-, pero esto no se hereda con rasgo autosómico dominante. Mientras yo me preocupaba mucho con que no se broncoaspirara, mi hermana llevaba fotos de cuando éramos pequeñas. Y ella disfrutaba mucho. Cantaba canciones con sus hijas, y mi tío la hacía de rabiar chinchándola hasta que le sacaba una sonrisa. Eso también es cuidar/curar. Curas la pena, el aburrimiento, despiertas otras muchas cosas.
Cada persona estamos capacitados para cuidar/curar de una manera.
En el camino del cuidador nos encontramos además la muy difícil tarea de tomar decisiones. Decisiones en general muy duras, porque normalmente -aunque no siempre- esas decisiones atañen a alguien a quien queremos. Tendremos mucha suerte si nos encontramos con un profesional de la salud que nos ayude a decidir determinadas cosas. No siempre es fácil, y a veces como cuidador, te ves juzgado por las decisiones que puedas tomar en un momento determinado. “¿Que vas a meter a tu padre en una residencia?”. Mejor no juzgar. No estamos en esa situación.
Con mi abuela esa decisión fue fácil. Ella misma se institucionalizó cuando era relativamente joven, independiente y capaz, así que no pasamos por el sentimiento de culpa que pasan algunos familiares cuando deciden llevar a su madre a una residencia. ¿Quién ha decidido que determinadas personas en determinadas circunstancias, están mejor en casa que en una residencia? Que me lo presenten, por favor.
Cuidar es el mayor acto de amor que existe. Es desinteresado, nadie te obliga. Nadie te obliga a invertir tu tiempo en nadie. Ni en tus padres, ni en tus hijos, ni en tu pareja ni en tus hermanos o amigos. Tú lo haces porque así lo quieres. Y he visto también hijos que, aún no teniendo relación con su padre, también lo ha cuidado. Aunque haya sido de otra manera, en la distancia. También se puede cuidar en segundo plano. También se puede cuidar resentido, enfadado… Mejor no juzgar. No estamos en esa situación… o sí, quién sabe.
Al final, a mi abuela sus hijos la cuidaron también tomando la decisión más dura y difícil de todas: llegó lo que podía ser el final. Un final muy próximo y que había que decidir si se intentaba seguir adelante, costase lo que costase, en un pasillo de una urgencia, sola… analíticas, sonda nasogástrica… radiografías, vías venosas, sonda vesical… Pero decidieron, con el acto de amor más grande que uno puede llegar a imaginar, acompañarla y evitar esa futilidad a la que los médicos nos “enganchamos” sin querer cuando alguien entra por la puerta de urgencias. No trasladamos, nos quedamos tranquilamente en su casa, en su residencia, con sus auxiliares, con su médico…. Y seguimos cantando, viendo fotos, escuchando la radio. Curamos el frío con una manta, el miedo con una mano… Hay muchas maneras de curar…
Pero ninguno la quería ver morir. No todo el mundo está preparado para ver morir a alguien. También muy respetable. Mejor no juzgar. Así que como ya no tenía vasos de espesante que preparar, ni podía caminar con ella, ni casi nada, simplemente la acompañé. Estaba dormida. Y yo la curé/cuidé hasta el final.

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