Y tú, ¿por qué te dedicas a esto?

Este mes de Halloween, recién acabado el día de todos los difuntos, y coincidiendo con el día del cuidador, voy a contestar a una pregunta que a muchos seguramente os han hecho alguna vez. Y es: «por qué me dedico a esto». Esta pregunta creo que no sólo vale para el mundo sanitario, sino también para el resto de profesiones, incluida la de ama de casa que es de las más duras que hay (y digo esto porque lo creo, no por ser políticamente correcto).

Por lo que aquí va mi pequeño homenaje a la que hago última responsable de porque escribo esto, y os lanzo la #preguntamaliciosa del mes: a quién quereis agradecer lo que sois.

abuelita

Para contestar personalmente a esta pregunta, aunque tengo que reconocer que no es la única razón, siempre hablo de mi abuela Rosa y de su enfermedad. Seguro que adivináis cuál es. Sí, se trata de la demencia. Esa enfermedad que muchos hemos padecido, padecemos, o espero que no, padeceremos. Una enfermedad que empezó siendo de mi abuela, pero que acabó siendo de toda la familia, también mía.

Y es que cuando empecé a pensar en que coger en el MIR, lo que viví de pequeño me vino a menudo a la cabeza. Pensaba que quizás podía aprender algo haciendo geriatría de como ayudar a cuidar a gente que lo estaba pasando igual de mal que lo pasamos nosotros. Así que en lugar de coger medicina de familia y comunitaria, que es lo que me había planteado hacer mientras estudiaba la carrera, al final dí un giro y opté por probar con geriatría. Y si no me gustaba, pues ya volveŕía hacer el MIR  al año siguiente. Pero me gustó lo que aprendí al comenzar la residencia, y lo que voy aprendiendo y haciendo día a día, por lo que aún estoy en geriatría.

Y cómo puedo empezar mi historia personal con esta enfermedad. Pues con lo que todos decimos de la abuela, o mejor dicho «abuelita», porque así la he llamado desde que recuerdo. Que como vivíamos con ella, me cuidó junto con mis padres cuando era un enano. Que siendo ya algo más grande me encantaba cuando me quedaba a solas con ella, porque me enseñó a jugar a la brisca y al cinquillo, y también a hacer trampas al contar los puntos de las cartas. Que siempre aprovechaba cuando no estaba, para entrar a jugar en su habitación, porque no me dejaba si estaba ella. Y miles de cosas más que fueron desapareciendo a medida que fue poniendose «malita».

Hasta que al final la veía sentada en su sofá de la habitación sin ver, sin hablar y sobre todo siendo cada vez más la «abuelita, que no puede estar sola y yo sola no la puedo mover». Y por eso venían mis tías todos los días a turnos para ayudar a la hora de lavantar y acostar. Al principio no me dejaban entrar a verla cuando estaban lavándola y levantándola, o acostándola. Hasta que al final me dejaron entrar en los días que excepcionalmente no pudieron venir mis tías, para así poder ayudar. Y así descubrí lo que pesa un cuerpo que no colabora, por pequeñito que sea. Y también aprendí a poner una sábana alrededor suyo cuando la dejábamos sentada en su sillón de su cuarto, porque alguna vez se cayó al intentar ponerse de pie, y no podíamos estar todo el día con ella en la habitación. Hasta que ya no fue necesario porque ya era incapaz de moverse.

Pero sobre todo aprendí como es un cuerpo que se va descomponiendo, apareciendo heridas que con el tiempo se convertían en agujeros más grandes que mis dos puños juntos.

Pero ahí estabamos para cuidarla, aunque a veces oía sollozar a mi madre en la noche estando a solas, que ojalá ya no estuviera.

Y de vez en cuando ingresaba. Eran las únicas veces que durante sus últimos años salía de su habitación, y porque venían dos ambulancieros, que sino ni esas. Los primeros ingresos creo recordar fue por apoplejía (me encantó aprender el palabro. Era casi tan difícil como supercalifragilisticoespialidoso). Luego era porque empezaba con fiebre, o porque no comía, o porque no sabíamos que le pasaba, estaba «rara», distinta. Alguna vez los médicos acusaron a mi madre de ingresarla porque la queríamos dejar para irnos de vacaciones. ¡¡¡ILUSOS Y EMBUSTEROS!!!. Si cada vez que ingresaba era horroroso. No sólo mi madre se volvía loca organizándose para que mi hermana y yo no estuviéramos solos. Sino que además empezaban a aparecer familiares como si hubieramos sacado donetes. Los primos, primos segundos, amigos de vecindad, todos, nos hubieran llamado de todo y cosas mucho peores que lo que decían los médicos. Como para irse a algún lado.

Hasta que un domingo de julio con 14 años recién cumplidos, estaba durmiendo en casa de mi tía, porque abuelita volvía a estar ingresada. Ya no recuerdo porque esa vez. Sólo recuerdo que me desperté escuchando mucho jaleo de teléfono (en esa época el teléfono sólo se usaba cuando era necesario), y a mi tía diciendo continuamente «no te preocupes, que se irán con las primas a las ferias».

Y así por primera vez supe sin moverme de la cama, algo de lo que no tengo dudas ahora, que la muerte gana la partida siempre.

Así que mi objetivo actual no es curar, porque a día de hoy esa partida está perdida. Sino que es ayudar a cuidar, y como decían recientemente en el blog Alzheimer Universal porque para cuidar hay que saber cuidarse.

Acerca de osmachope

Médico geriatra, y en los tiempos libres, que son pocos, un poco de todo. Trabajo en el servicio de geriatría del Consorci Sanitari Garraf https://gericsg.com

8 comentarios en “Y tú, ¿por qué te dedicas a esto?

  1. Guau… Que emocionante relato… Me he sentido muy identificada porque yo tambien tuve a mi abuelo con demencia muchos años… Creo que ahí tambien empezó mi vocación para prevenir males mayores y me di cuenta lo importante de un cuidador y de que éste se cuide… He de decir que cuando estudiaba en el instituto quería hacer psicologia o fisioterapia y que en la terapia ocupacional encontré el punto medio que andaba buscando… Y gracias a geriatras como tu y alguno de tus primeros «jefes» me di cuenta que trabajar con personas mayores y sus familias no solo se me daba bien sino que además me gustaba… Gracias por el post.

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  2. Esta vivencia la he pasado en primera persona como hija ,y como profesional …….
    Es desgarradora …..cuando te cuesta expresar y se te queda dentro en lo más profundo, donde nadie puede llegar.
    Pero cada día lloras a escondidas y te levantas con una fuerza sobre saturar para seguir, convencida de que te tienes que cuidar
    Para poder ofrecer lo mejor de ti , a esos seres queridos que tanto te necesitan

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