Solo Oscar sabe las versiones que hay de esta entrada. Nunca pensé que la definitiva sería la que están a punto de leer.
Puedo equivocarme sobre el sitio desde donde están leyendo esto. Algunos (un millón de gracias por todo) saliendo de un maratón de tantísimas horas en residencias, hospitales… Otros, quizá, ya en casa. ¿Puede que en el baño? Debo reconocer que es una de mi salas de lectura favorita.
Pero casi podría poner la mano en el fuego y no me quemaría a que sé donde están los protagonistas de esta historia. Confinados, en casa. Sin poder salir. Salvándose y salvándonos en cierta forma. Y tampoco me equivocaría si digo que como yo, como tantos, pero a otra escala, un día como hoy sienten tristeza, impotencia, nostalgia y ¿por que no? un filo de esperanza sabiendo que un día como hoy, tan especial, Sant Jordi, el día del libro, se pospondrá y, si todo va bien, si los que nos tenemos que quedar en casa lo hacemos, verá la luz y el Sol en pleno verano.
Esta historia empezó a finales de octubre del 2019. Como buena (pseudo)-escritora antes de presentar algún texto o colgarlo en la infinita red tiro de lectores zero. Y como ¿buena? fisioterapeuta leo, atentos, leo mis textos a mis pacientes mayores más leídos (y son muchos) porque tienen una crítica muy rica.
Como veis el tema este me viene de lejos
No fuí consciente que yo era la que leía los textos a varios hasta el día que hablando con L. sobre si compraría mi novela el día que me decidiera a acabarla y publicarla me dijo lo siguiente:
- Yo la compraré, pero no la podré leer.
Y el día que le envié el borrador a C. y me dijo:
- ¿Me la puedes mandar con letra más grande?
Y la amplifiqué hasta 3 veces. Fue entonces cuando recordé que cuando les ofrecía los microtextos me decían aquello de:
- Léemelo tú, por favor.
Alarma clara que pasé por alto.
Con una idea ya calada dentro empecé a investigar entre mis pacientes y me sorprendió (entristeció) cuantos habían dejado de leer, progresivamente, casi sin verlo venir, porque no eran capaces de ver la letra.
Llegado este punto puede que ya estén pensando ustedes en audiolibros, libros digitales, lupas…
Les entiendo. Yo sí. Y seguramente la brecha digital generacional actual se irá reduciendo década a década. Es más, algunos de la generación de oro actual ya han roto con ella pero obviar que la mayoría no forman parte de ello me parecería negar una realidad.
Hemos asociado el papel, el libro, a un romanticismo del que yo también estoy impregnada.
E imaginándome a mi misma leyendo un último libro de papel me puse a buscar una solución que de hecho, ya estaba inventada.
Me puse en contacto con una primera editorial que me prendió la mecha para matizar la solución Quaderns Crema. Por mensaje directo el/la community manager se leyó un conjunto de frases filosóficas, que no medité, sobre mi preocupación por el día final de la lectura y… ¡me contestó! Compartía mi preocupación y me abrió una puerta, los libros con letra más grande.

Está editorial tiene dos colecciones con la letra un poco más grande de lo habitual, Mínima minor y Cuadernos Acantilado.
Si bien son un poco más grandes y para algunos abrirá la puerta a volver a leer aún era insuficiente para L.
Así pues, me dispuse a preguntar a todas las editoriales que encontré y, Edicions 62 me dió la clave.
Esta editorial tiene una colección llamada Lectura +, y ¡vaya si es plus!
Pedí prestado el libro en la biblioteca y se lo llevé a L. De la lista de libros que se podían disponer en Lectura + le apetecía romper la sequía leyendo Pa negre. Mientras llegaba de otra biblioteca le llevé El Guardián entre el Centeno.
Y, así, leyendo a J.D.Salinger y ruborizándose (que a la vez le hacía gracia) con las blasfemias que su tinta, L. retomó la lectura después de años sin leer.
- Hola L. ¿Como va el confinamiento?
- ¡Irene! Hago ejercicio y estoy acabando el Viejo y el Mar.
A día de hoy lleva leídos 3 libros.
Con un libro, el confinamiento aislada del mundo, de los tuyos, pasa mejor.
Durante algunas tardes con una de las bibliotecarias de la Biblioteca de Cassà estuvimos buscando libros de letra más grande y finalmente encontró un listado de libros, algunos ya perdidos. Empezamos a pedir libros, y más libros, que aparecían como lectura letra grande, extra… Llegaron algunos títulos que eran libros de para niños y otros donde la letra no era mayor que la usada actualmente en la mayoría pero estos de aquí sí son libros con letra grande.
Tiene coherencia la escasez de este tipo de libros. Mayor letra, mayor número de páginas, mayor precio.
Pero ahí están algunos. Y son para algunas personas oro.
- Mi madre ya no lee.
Yo a día de hoy le invitaría a preguntarle por qué.
Y si es porque no ve la letra puede invitarla a romper la brecha digital y si no le apetece, regalarle una nueva oportunidad de papel de vivir una aventura.
Pregunte en su biblioteca, si no lo tienen pueden traérselo y algunas dan el servicio de préstamo de libros a domicilio (antes del confinamiento). O resérvelo ahora para después de este encierro. O acuérdese de esta entrada este Sant Jordi pospuesto y caluroso.
No quiero acabar sin mi agradecimiento a todas las personas que durante meses han puesto su granito de arena en este artículo:
Mil gracias a las editoriales que me contestaron/ayudaron a encontrar la fórmula correcta:
Soy conciente del mal momento que estáis pasando, sobretodo las más jovenes, ¡mucha fuerza!
Mil gracias a las bibliotecarias de labiblioteca de Cassà de la Selva por el apoyo y su importante tarea de búsqueda.
Y sobre todo a L., a C., a T., a M,… a tantas personas detrás de estas letras, que echo de menos, no solo como fisio, sino como yo, Irene.