Este mes estamos revisando el tema de la hipertensión (HTA) y la sal. Pero qué es lo que dice «la ciencia» sobre lo de tomar sal. En los «jovenes» la cosa está clara, ¿y en nuestros ancianos?. Que al final son a los que estaría dedicado este blog. Pues es lo que os intentaremos explicar a continuación.
Pero por qué damos tanto la lata con lo de la sal. Pues porque se ha demostrado que disminuir la toma de sal de 10 gramos (g), que son unas dos cucharillas de café, a 6g (una cucharilla) al día puede disminuir alrededor de un 10-16% del total de muertes producidas por los infartos cerebrales o cardiacos (eventos cardiovasculares). Y eso por menos de una cucharada es una barbaridad. Para dar números más concretos sería evitar cerca de tres millones de muertes al año en todo el mundo. Pero también se sabe que disminuir esta cantidad de sal disminuye entre 3 y 5 milímetros de mercurio (mmHg) la tensión arterial, pudiendo llegar hasta una disminución de 10mmHg.
una cucharada de sal es el máximo recomendado al día
Pero no sólo afecta a esto la sal, afecta a muchas otras cosas, como a la función renal e incluso a la osteoporosis.
Y esto no lo digo yo. Es que hay tal unanimidad en todo el mundo que las seis primeras referencias pertenecen a organizaciones internacionales, entidades científicas o revisiones clínicas que están de acuerdo con ello.
Y de qué está compuesta la sal para que sea tan mala. La sal es cloruro sódico (ClNa). Y es el sodio (Na) el que produce estos males.
Pero si alguien se pregunta que pasa si en vez de la sal refinada usamos otros tipos de sal, ¿es mejor?. Es decir si usamos las sales exóticas, de colorines, traídas del mar muerto, del Himalaya o de más lejos. Pues tampoco con estas sales exóticas se evita disminuir la cantidad de sal. Es más suele aumentarse la cantidad que tomamos, ya que suelen tener «menos sabor a sal», y solemos echar más. Con lo que la cantidad total de sodio que tomamos aumenta.
Pero quizás lo mejor es que «miremos» lo que comemos, ya que el 75% de la sal que tomamos diariamente procede de las bebidas, las salsas y los alimentos procesados.
Sí que hay algunas recomendaciones para disminuir la cantidad de sal como:
- Evitar los alimentos precocinados y los alimentos procesados.
- Evitar los alimentos que utilicen la sal como conservante (conservas, embutidos, salazones, ahumados…)
- Reducir el consumo de snacks, frutos secos salados y productos de aperitivo, así como salsas comerciales.
Estos son los «seis salados». Son los productos más salados más consumidos en EEUU que se recomiendan evitar
- Escoger las variedades bajas en sal de los alimentos que compramos preparados (pan, tostadas, algunos embutidos, quesos…). Para ello mira el etiquetado en el que consta la información nutricional (no te fíes de la publicidad SIN o ZERO) y escoge los productos que contengan menos de 1.5 gramos de sal o 0.6 gramos de sodio por 100 gramos de alimento.
- Utilizar especias y/o hierbas aromáticas para aderezar los platos, así como vinagre o limón. Saltear las verduras con ajo/cebolla.
Y es que si miráis las tablas de información nutricional de los productos como os recomendamos veréis que estáis tomando MUCHA SAL, mucha más de la que os imagináis.
Pero NO HAY QUE NO TOMAR SAL.
Y si nos volvemos «antisal» de manera estricta. Pues aquí ya entra la discusión, ya que hay estudios que cuestionan las dietas estrictas sin sal. Estas revisiones han demostrado que bajar la toma de Na en personas sanas por debajo de 2.5g/d produce un aumento de eventos cardiovasculares, al igual que por encima de 6g/d. Pero también se han demostrado efectos negativos en aquellas personas con insuficiencia cardiaca leve (NYHA I-II). Se produce lo que es conocido como efecto en curva «U», niveles muy altos o muy bajos son peores que niveles intermedios. Además hay otros estudios que concluyen que no está muy clara la relación de la ingesta de sal con el nivel de la tensión arterial. Y en otros estudios se demuestra que en personas bien controladas médicamente una ingesta de Na normal (considerándose normal alrededor de 3g/d) no produce empeoramiento de la situación clínica.
Y esto es porque la sal es cloruro sódico (ClNa). Y es que si la ingesta de sal baja, también la de cloruro (Cl) baja. Y una ingesta baja de Cl es lo que ha demostrado que produce un aumento de mortalidad. Pero aún científicamente no se sabe bien por qué se produce.
Es más hay estudios que dicen que un nivel de sodio bajo en sangre (<135mEq/l) es un predictor de muerte a corto plazo. Y esto es porque se produce un efecto en curva «U», donde la presencia de bajos y altos niveles produce más efectos negativos, entre ellos más riesgo de producirse eventos cardiovasculares, que niveles medios.
Y en los ancianos qué pasa.
Pues como decíamos hace un par de semanas, lo de oir en un hospital «esto está soso» es lo normal. Y esto se debe a varias razones.
Una es que los ancianos suelen padecer una alteración de la capacidad para notar los sabores, a veces por una mala calidad o higiene de la boca. A menudo sufren una alteración del olfato, y con ello una alteración del sentido del gusto. A veces es porque existe un déficit nutricional (vitamina B12 o zinc). Y a veces los médicos tenemos la culpa, ya que muchos fármacos (y en la lista están los psicotropos, anticolinergicos, levodopa, amiodarona, enalapril, losartan y otros) producen un mal sabor. Y para terminar no podemos olvidar la causa principal de la alteración del gusto, que es el gran «enemigo» de los médicos, el tabaco.
Todo momento es bueno para dejar el tabaco
Pero también con el envejecimiento se producen cambios en relación al gusto salado. Y es que por una pérdida de receptores químicosensoriales hay una disminución de la afinidad por el gusto a sal que lleva a aumentar la toma de sal.
Pero lo fundamental es que el gusto por la sal es cambiante. Puede variar de ser un gusto atractivo a uno desagradable. Es lo que denominan «cambio hedónico«. Y es que cuando uno se acostumbra a comer sin sal, el sabor a sal te sabe mal. Y esto es algo que puedo confirmar personalmente, ya que estando acostumbrado desde niño a comer sin sal como mi abuela, incluso el pan, a día de hoy no uso salero.
Entonces qué hay que hacer en los muy mayores (más de 80 años) o en los frágiles
Ya la semana pasada revisamos que decían las guías clínicas de hipertensión (HTA) y nos quedamos con que no hay que ser tan agresivos con la HTA en las personas frágiles, no así en los «ancianos sanos».
Es más hay revisiones médicas (ver referencias 12 y 13) que en los mayores de 80 años o que sufren fragilidad, abogan por no empezar a tratar la HTA por debajo de 160mmHg, o en los más frágiles incluso si no supera los 180mmHg si no hay insuficiencia cardiaca o un infarto cerebral reciente. Y sin bajar más allá de 140mmHg. Estos mismos recomiendan retirar medicación antihipertensiva si la TA diastólica, o baja, está por debajo de 70mmHg o si hay hipotensión ortostática (es una bajada de TA al pasar de tumbado a de pie), y esto es por el miedo a las caídas y sus consecuencias, como es la fractura de cadera.
Así que si no tenemos que ser tan estrictos con la TA, por qué tenemos que serlo con la sal. Además que la comida esté sosa hace que disminuya la toma de alimentos, y con ello favorece una desnutrición, que puede producir efectos tanto o más negativos que la toma de sal. Además los ancianos suelen hacer dietas menos ricas en sal que las que hacemos los jovenes, al consumir más productos frescos, y tirar menos de latas y productos o salsas preparadas.
Pero a pesar de esto qué hacemos en los hospitales.
Pues haciendo una miniencuesta en twitter parecía que la cosa estaba clara, se puede comer con sal, o al menos valorar echarla.
Pero una cosa son las encuestas, y otra la realidad, como vemos en todas las elecciones políticas. En el hospital hemos mirado un día que tipo de dieta tienen las personas mayores de 80 años que estaban ingresadas. Y lo mejor es que no os imaginaréis el resultado después de defender que los mayores pueden tomar sal. Pues el resultado es que TODOS tienen dieta SIN sal, sí SIN sal. A pesar de lo que hablamos y discutimos, la costumbre nos puede. Y esto es porque la dieta basal que tenemos es la «sin sal». Así que seguiremos escuchando «esto está soso» y veremos bandejas llenas de comida que apenas se han probado, mientras no hagamos un esfuerzo y preguntemos si la persona come con sal para darle el sobrecito. Y si come con sal déjale al menos un sobrecito, que tampoco es tanto.
Este es el sobrecito de sal que no ponemos en el hospital, sólo contiene 1g de sal
Así que para terminar, si no eres muy mayor empieza a disminuir la cantidad de sal. Seguro que te pasas. Sino mira las etiqueta de cualquier producto que comes para ver que cantidad de sal estás tomando. Tu gusto por el sabor y tu salud futura te lo agradecerán.
Y si eres mayor, y comes con sal pues a disfrutar de la comida con el sobrecito.
Oscar Macho, Helena Reig (dietista Consorci Sanitari Garraf), Lara Arnau (estudiante nutrición)
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