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Acerca de Jonathan Caro

Enfermero especialista en Geriatría. Trabajo en una residencia de personas mayores. He sido profesor de enfermería del envejecimiento en la Universidad del País Vasco. Twitter: JonathanCaro_

Edadismo: edición Springfield

Hace unas semanas viendo Los Simpson (como llevo haciendo años y años) vi una escena, que aunque la conocía de memoria, me hizo reír mucho. Era una secuencia que jugaba con el edadismo y la burla a la persona mayor. El edadismo, que es la discriminación hacia las personas mayores estrictamente por su edad, es algo que no sólo me preocupa a mí, como podéis comprobar en la entrada previa donde nos juntamos unos cuantos a debatir sobre este tema gracias a @antonreina

A pesar de que soy un firme defensor de los derechos de las personas mayores, es mi forma de vida, el humor de los Simpson hace que baje la guardia durante los 20 minutos que dura el capítulo, no voy a flagelarme por ello. 

Aprendiendo de esta experiencia propia decidí hacer un recopilatorio de las escenas de Los Simpson que tratan sobre edadismo, mitos y estereotipos sobre los mayores, maltrato al anciano, residencias etcétera. Tirando de memoria, de internet y de un capturador de vídeo recopilé algunas de las secuencias e hice un hilo con ello en Twitter. Ha tenido buena aceptación, no sé si proporcional al esfuerzo, pero al menos creo que hice reflexionar a un buen puñado de twitteros y he recibido algunas felicitaciones por ello.

Si lo viste en twitter sabrás de lo que hablo, en caso contrario puedes verlo en este link al hilo en mi cuenta y además, si te apetece, puedes comenzar a seguirme en la red del pajarito.

Si lo prefieres puedes seguir en este gran blog de geriatría para ver los vídeos. Son vídeos de Youtube, prácticamente los mismos que puse Twitter. La diferencia es que no están cortados por mí, son unos segundos más largos y quizá se cuele algún elemento extra, pero creo que merece la pena pasar un ratito viéndolos. Debajo de cada vídeo dejo el mismo comentario que usé en Twitter.

Los mayores con necesidad sexual son depravados

No queremos ver qué los mayores han tenido y tienen relaciones sexuales
A esto se le llama maltrato económico
Y a esto maltrato por abandono


Mito: Los mayores y los jóvenes no tienen nada en común y se aburren juntos
 
Estereotipo: los mayores son inflexibles
 
Estereotipo: los mayores son tacaños y consumidores de recursos. Vemos cómo no da limosna y exige ayuda en la seguridad social

COMBO de estereotipos y mitos para reflexionar: Los mayores son tan iguales que se confunden + los ancianos en residencias están todos solos + los demás miramos para otro lado

Estereotipo: los mayores son incapaces de aprender nada nuevo, se quedaron anclados en lo que aprendieron de jóvenes
Mala costumbre, cuando una persona mayor dice algo que no entendemos creemos que padece demencia. Súmale el maltrato al enfermo con demencia. En este caso era cierto que al abuelo le habían contratado como guionista de rasca y pica y le pagaban 800$ por semana

Caso contrario, cuando el Alzheimer comienza, el paciente lo oculta y la familia no lo detecta.

Estereotipo: todos los mayores son frágiles

Y por último, el modelo de atención contra el que todos debemos luchar.

Espero que os resulte tan divertido verlo como lo fue para mi realizarlo. Además deseo que hayáis sacado algunas conclusiones importantes. 

 

Jonathan Caro

Nota de Oscar Macho. Ha sido todo un lujo haber contado con Jonathan estos meses colaborando con este blog. Se pierde un gran colaborador, pero se gana un nuevo blog que no nos podemos perder https://geriatriaenelespejo.com/

 

Residencias: espacio libre de barreras ¿al sexo?

En la anterior entrada sobre el sexo en residencias comentábamos que el deseo sexual puede permanecer a lo largo de la vida de una persona, sin embargo, en los centros de asistencia a mayores no abundan las prácticas sexuales. En esta entrada analizaremos qué barreras dificultan la vida sexual de los usuarios de una residencia.

Exceptuando los motivos patológicos o farmacológicos, los principales factores que influyen en la escasez de relaciones sexuales en residencias son: (1)

  • Cultura institucional
  • Valores del usuario y/o familia
  • Actitudes de los trabajadores

Cultura institucional:

La cultura institucional es el conjunto de valores, prácticas, usos y costumbres que una institución aplica para su funcionamiento y resolución de problemas. Una de las preguntas para analizar esta cultura es ¿Crea problemas en la residencia que los usuarios mantengan relaciones sexuales? Si la respuesta es afirmativa significa que carecen de herramientas para gestionar estos casos. Según el documento de F. Villar et al. (2) cuanto más desarrollada esté la atención centrada en la persona mejores actuaciones se toman ante situaciones conflictivas reduciendo así las conductas restrictivas y ofreciendo un atención más integradora.

Una cosa que tiene que quedar clara ya en el ingreso de una persona es que tiene derecho a la vida sexual, se le debe preguntar sobre su historia sexual o facilitar la expresión de tal necesidad, incluso se puede canalizar la conversación hacia el tema para que sea el propio usuario el que se manifieste al respecto. Si en el ingreso es difícil abordar la vida sexual se pospondrá hasta que la confianza mutua entre residente y trabajadores sea la adecuada para abordarlo. Los datos obtenidos en la valoración deben incluirse en el plan de atención individualizada y los cuidados deben orientarse al logro de los objetivos establecidos en ese plan. Resumiendo, normalizar e intentar proteger esta necesidad como un cuidado más, es decir como hacemos con el resto de las actividades de la vida diaria.

Valores del usuario y/o familia

El valor que le da el usuario a su vida sexual es fundamental, tanto si quiere ser sexualmente activo como si no lo desea, tanto si quiere hacer sexo en pareja como él sólo, tanto si es heterosexual como si no lo es. Es el residente el que debe decidir sobre estas cuestiones y con quien compartirlas. En muchos casos la actitud de los mayores, fruto de su educación estricta, es la que pone obstáculos a la sexualidad, bien por convicción bien por miedo a su imagen y autoimagen. Hay que tener en cuenta que vivir en una residencia es vivir en una comunidad que, al fin y al cabo, termina pareciéndose a un pueblo donde «todo se sabe» y desencadena el temor a ser el centro de los comentarios, miedo a «el qué dirán», desanimando así a tener una vida sexual libre.

En cuanto a las familias el problema surge cuando su padre/madre inicia una nueva relación durante su vida residencial. Aparecen dudas de  su capacidad mental, de si estará siendo objeto de abusos, dicen que en casa nunca había expresado tal necesidad sexual e incluso ponen en duda la calidad de atención de la institución por no haber impedido que esto sucediera.

Actitud de los trabajadores

A veces la actitud del personal va dirigida a reñir, prohibir o ridiculizar las actividades sexuales de los mayores. También es frecuente el “chismorreo” de modo que al descubrirse algún tipo de relación sexual automáticamente lo sabe todo el equipo, aumentando así la vergüenza y humillación en el mayor inhibiendo las ganas de tener nuevas relaciones. Los mayores que sufren estas situaciones humillantes se mostrarán temerosos a ser descubiertos reduciendo así su actividad sexual.

Estas actitudes del personal y la perpetuación «iatrogénica» de estereotipos edadistas son fruto de una deficiente formación en salud sexual del mayor y en atención centrada en la persona. También la falta de directrices claras, la inexistencia de un marco de actuación bien definido y una cultura institucional obsoleta son el alimento perfecto para que estas nefastas maneras de cuidar se perpetúen.

¿Cómo solucionamos esto?

Fundamentalmente cambiando el modelo de residencias, transitar del modelo biomédico u hospitalario a uno centrado en la persona. Incluyendo en las entrevistas, en la carta de derechos y en demás documentos el derecho a la vida sexual (2). Conocer los valores del usuario en cuanto a su vida sexual y su reflejo en el plan de cuidados nos ayudará a adaptar la atención a sus preferencias. En cuanto a las familias, habrá que formarles, informarles y abordar las dudas multidisciplinarmente.

Además de modificar el modelo de atención y la cultura de la institución, hay que dotar de recursos el centro para no obstaculizar la vida sexual de los residentes. Por ejemplo:

  • Disponer de camas de matrimonio para las parejas que ingresen o las nuevas parejas formadas o, al menos, poder juntar las camas individuales aunque sean más dificultosas de hacer y entorpezcan los cuidados nocturnos
  • Lugares donde mantener relaciones, si se me permite algo tipo “vis a vis”, porque  por ejemplo si un usuario comparte habitación con otro señor y viene su mujer y quieren tener relaciones ¿Dónde lo hacen?
  • Pestillos, carteles de “no molestar” o la posibilidad de solicitar que no se entre en la habitación a horas determinadas. Esto es lo más conflictivo por el sobreproteccionismo que hacemos y por el miedo a que le pase algo al usuario y tardemos en actuar o no nos demos cuenta del accidente hasta la mañana siguiente. Sin embargo, erradicarle al mayor el “miedo a ser descubierto” le garantiza una seguridad para disfrutar del sexo con más tranquilidad.
  • Algunos autores van más allá sugiriendo que haya acceso a pornografía o incluso asistentes sexuales para personas con diversidad funcional. Lo cierto es que no tengo experiencia con estos recursos ni formación específica en ello como para valorar su legalidad e idoneidad, pero sirva para la reflexión del lector.

En conclusión, aceptemos que los mayores tienen vida sexual, que es un derecho reconocido por la Organización Mundial de la Salud, que los profesionales somos los garantes de sus derechos y que nuestro trabajo tiene que centrarse en las personas que cuidamos. Normalicemos, interioricemos y desarrollemos actitudes proactivas para la vida sexual de los mayores, o por lo menos eliminemos las actitudes que impiden la vida sexual en las residencias. Y luchemos incansablemente por erradicar mitos y estereotipos que estigmatizan a los mayores.

La intimidad es fundamental para la vida sexual (Icons made by Freepik from www.flaticon.com)
  1. Villar, F., Celdrán, M., Fabà, J., Serrat, R., y Martínez, T. (2017). Sexualidad en entornos residenciales de personas mayores. Guía de actuación para profesionales. Madrid: Fundación Pilares para la Autonomía Personal.
  2. Villar, F., Celdrán, M., Serrat, R, Fabà. J., y Martínez, T. (2017). Sexualidad en centros residenciales para personas mayores: actitudes de los profesionales y políticas institucionales. Resumen de resultados. Serie Documentos ACP-gerontología, nº 5. Disponible en http://www.acpgerontologia.com

 

¿Existe el sexo en las residencias de mayores?

Empezamos el año con nuevos colabores. Y es que llevar un blog lleva mucho trabajo y sin la ayuda de mucha gente es imposible. Tengo que dar gracias a mucha gente de mi alrededor que ha estado ayudándome, pero llega el momento de «expandirse». Y qué mejor que con ayuda de las redes. Hay muchos profesionales que estamos en twiter, instagram, youtube, podcast o en otros medios que tienen mucho que decir. 

Así que para empezar este nuevo año qué mejor que empezar con uno de los grandes profesionales de la enfermería geriátrica que sigo por twitter por sus impresionantes y certeras reflexiones, como es Jonathan Caro. Y qué mejor que empezar con una gran #preguntamaliciosa  como:

¿Existe el sexo en las residencias de mayores?

Esa fue la pregunta que me lanzó un alumno entre las risas del resto de la clase. No sé si realmente quería saber la respuesta o solamente soltar un chascarrillo al hilo del tema que se estaba tratando.

El caso es que la respuesta dio para mucho porque interactuando con los alumnos empezaron a salir los estereotipos que tiene la sociedad sobre la sexualidad de las personas mayores. Se empezó a hablar de impotencias, de fragilidad que impide las relaciones, incluso del desinterés de los mayores por el sexo.

Todos estaban pensando en el coito cuando hablábamos de relaciones íntimas. Entonces pregunté si consideraban como sexo las caricias, los besos, la masturbación, el sexo oral etc. En ese momento empezaron a ver que muchas de estas prácticas pueden realizarse sin una gran capacidad física. Sin embargo, ninguno había tenido conocimiento de la existencia de relaciones íntimas en las residencias donde habían hecho las prácticas universitarias. ¿Por qué? Ahí está la clave del asunto. Los motivos que hacen que en las residencias escaseen las relaciones sexuales son:

  • Falta de pareja: es el mayor motivo al igual que en la población mayor no institucionalizada según la encuesta de salud del CIS de 2009.
  • Falta de intimidad: ocasionada por habitaciones compartidas, falta de espacios íntimos y exceso de espacios compartidos, atención sobreprotectora que conlleva vigilancia continua, etcétera.
  • Problemas físicos, psíquicos y emocionales.
  • Fármacos que reducen la libido y la capacidad sexual
  • Y quizá el más importante sea  “la mochila cultural” que llevan a sus espaldas por una educación restrictiva que les impide tener nuevas parejas sexuales tras enviudar o por la excesiva preocupación por la imagen que van a trasladar por sus hábitos «¿qué van a pensar los demás de mi?” La autoimagen, la autoestima y el autoedadismo suponen un peso importante dentro de esta mochila.

Estudios revelan que el deseo se mantiene a lo largo de la vida y como cuidadores es un aspecto que debemos tener en cuenta en la cotidianidad residencial. En las valoraciones al ingreso y durante la estancia debemos preguntar por la esfera sexual (cosa que no se suele hacer) y evitar que la actividad sexual, ya sea con la pareja habitual, con una nueva pareja o con uno mismo, se vea truncada por el ingreso en una residencia. No podemos estar hablando de atención centrada en la persona, de humanizar los servicios asistenciales y otras tendencias actuales para después olvidar la necesidad sexual en nuestra labor diaria como profesionales de la geriatría.

Debemos formarnos y eliminar de nuestra mente lo mitos y los estereotipos sobre la vejez. Como que los mayores ya no tienen pensamientos sobre el sexo; que un anciano con deseos sexuales es «un viejo verde»; que los mayores con alta necesidad sexual son depravados o tienen problemas cognitivos; etcétera. Una de las ideas que tenemos que interiorizar es: en las personas mayores existe tanto el deseo como las prácticas sexuales y por supuesto que existe también el enamoramiento con todas sus características (nervios, ilusión, “mariposillas”…). Todos estos impulsos y sentimientos no son patrimonio exclusivo de los jóvenes. 

Para finalizar dejo unas preguntas en el aire para la reflexión y así enlazar próximamente con una segunda parte de este tema. Algunas preguntas están sacadas de mi propia reflexión profesional y otras del documento que os dejo referenciado al final : ¿Se informa del derecho a la vida sexual al mayor cuando ingresa? ¿Tenemos algún ítem en nuestras valoraciones donde anotar hábitos, problemas o necesidades sexuales? ¿Se intentan evitar tratamientos y cuidados que dificulten las relaciones sexuales? y ¿Se informa sobre estos efectos al usuario?, ¿Son necesarios protocolos de actuación para abordar las relaciones sexuales en la residencia o es suficiente con «el buen hacer» de cada profesional del centro?

Villar, F., Celdrán, M., Fabà, J., Serrat, R., y Martínez, T. (2017). Sexualidad en entornos residenciales de personas mayores. Guía de actuación para profesionales. Madrid: Fundación Pilares para la Autonomía Personal.