El hijo de Bilbao

Durante el desarrollo de nuestra actividad diaria como profesionales del ámbito de la sanidad nos encontramos con situaciones muy variopintas que son generadas por dinámicas familiares, únicas como personas y familias que existen.
Independientemente de nuestra profesión, especialidad y/o servicio al que pertenezcamos no podemos evitar tener que enfrentarnos a reacciones que requerirán de nuestra intervención a nivel emocional, por lo que podemos considerar esta como una herramienta interdisciplinar a trabajar y desarrollar para dotar de una mayor calidad a nuestra asistencia.
En esta reflexión le pondremos nombre a una situación que vivimos muy a menudo en las unidades de hospitalización con la complejidad que caracteriza la atención sociosanitaria en los días de hoy.
A continuación expondremos algunos ejemplos vividos en la unidad de postagudos
del Consorci Sanitari Alt Penedès Garraf, en el hospital Sant Antoni Abat, y las herramientas utilizadas por el equipo para resolverlas con éxito.

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El síndrome del hijo de Bilbao

Hablamos del síndrome del hijo de Bilbao apoyándonos en la definición que nos hace José Carlos Bermejo en su blog personal @jcbermejoh y de Carlos García en uno de sus blogs:
“Consiste en la reacción emocional y comportamental de un familiar (habitualmente hijo/a) que vive en otra ciudad y que acude al final de la vida, que no suele participar de los cuidados del ser querido y que, a la vista del familiar moribundo reacciona con dificultad en la aceptación de la muerte, con exigencias y órdenes para resolver a su manera “lo que otros no han podido”, culpabilizando a los cuidadores y al equipo de la situación.”
Esta definición se encuentra enmarcada en lo que sería la atención al final de la vida en un equipo de cuidados paliativos, ya sea en un entorno hospitalario o domiciliar como el PADES. A partir de esta podemos extrapolarla hacia otros sucesos en el proceso de ingreso como un nuevo diagnóstico, un cambio en el plan terapéutico o una gestión pre-alta como puede ser una institucionalización.
Se desprende este síndrome como una reacción proyectiva que se basa en un sentimiento de culpabilidad que siente la persona en cuestión (familiar o no, con una vinculación emocional potente) por diferentes motivos, entre los que podemos incluir: la imposibilidad de atender a su familiar por cargas familiares, laborales, de salud o distancia de residencia condicionante; no tan típica podemos encontrar una falta de vinculación emocional por motivos que vienen de una historia de vida compleja; diferencias en el tratamiento y/o modo de gestionar el cambio condicionados por concepciones culturales y otras muchas más que no corresponde a este análisis desarrollar.

Experiencias en planta

Si nos centramos en nuestras plantas y unidades podemos analizar situaciones con estas características en pacientes que cumplen estos denominadores comunes:
– Paciente ingresado desde hace semanas-meses.
– Trabajo de valoración, diagnostico, seguimiento y pre-alta realizado.
– Aparición de un familiar y/o persona cercana con una fuerte vinculación con el/la paciente que presenta dudas acerca de la intervención o quiere modificar el plan de trabajo ya establecido.

La mayor de las casuísticas: considera que el paciente no puede ser alta.

Con dicha situación, y a partir de las experiencias desarrolladas, hemos aplicado los siguientes

– Facilitar espacio para exponer dudas: Se considera este muy importante para el desarrollo positivo de la situación. Si bien nos encontramos muy limitados y condicionados por nuestros horarios y agendas con programaciones a semanas vista, el hecho de facilitar este espacio puede garantizar que el suceso no acabe como una problemática conflictiva en planta, pensando en el personal de atención directa (auxiliares y equipo de enfermería).

  • NO confrontación: Debemos señalar este punto clave para la intervención en este momento de su evolución. Podremos confrontar, pero no en este momento y saliendo de una posición defensiva.
    Evidentemente, sin permitir agresiones físicas y/o verbales, ni faltas de respeto, tenemos que aprender a aceptar y gestionar que se ponga en duda nuestro trabajo, basando dicha queja en una reacción emocional, que como nos expone José Carlos Bermejo “(…) se trata de comprender que más que una acusación hacia los familiares cuidadores (que ellos percibirían en todo caso injusta), es un modo como el familiar que no ha vivido el día a día de las progresivas pérdidas y empeoramientos del enfermo, desahoga su angustia y su rabia al verle”.
    Permitir y permitirnos escuchar al familiar nos llevará, además, a un crecimiento personal y profesional ya que nos obligara a analizar y reflexionar constantemente sobre nuestras acciones. Si en el momento de queja del paciente y/o familiar confrontamos y actuamos de forma defensiva únicamente alejaremos más nuestras posiciones. Debemos tener en cuenta que nuestra formación, experiencia, posición y equipo de apoyo son un soporte.
    – Escucha activa: Como profesionales debemos mostrarnos abiertos a escuchar la persona y recibir su mensaje. Que exponga su queja o dudas sin contrargumentar, validando los sentimientos de rabia, tristeza y culpabilidad. Tal y como nos aconseja José Carlos Bermejo “(…) no aliarse con estrategias moralizantes con quienes la viven, sino acompañarles en su reacción que, en el fondo, es normal.”
    – Explicar trabajo y acuerdos.
    – Posibilidad de confrontación: Es en este momento, dependiendo de la situación, podemos confrontar sentimientos y hacer de espejo a la persona si la reacción ha estado condicionada por un posible sentimiento de culpabilidad proyectado que, de forma implícita y/o explícita, nos trasladara en su discurso.
    – Contención emocional.

Conclusiones

Cabe destacar que este análisis se centra en una situación de proyección emocional, pero también debemos tener en cuenta situaciones donde se produce un error por parte del equipo asistencial. En ningún momento esta reflexión pretende culpabilizar de forma generalizada el paciente y sus familiares ni endiosar a los equipos sanitarios.
Con los ítems expuestos y desarrollados podemos garantizar una atención encarrilada a paliar y contener una proyección y sentimiento de culpabilidad que, en muchas ocasiones, corresponde a una falta de atención hacia la persona que está sufriendo una enfermedad.

Hèctor Cussó Bertran @hcussob
Trabajador social

 

 

Acerca de osmachope

Médico geriatra, y en los tiempos libres, que son pocos, un poco de todo. Trabajo en el servicio de geriatría del Consorci Sanitari Garraf https://gericsg.com

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